Reseña: Tres hombres: dos padres y un hijo - Gonzalo García Valdivieso

La discriminación y el rechazo, lastimosamente, están arraigadas en nuestra esencia como seres humanos. Desde el simple acto de mirar de manera despectiva a alguien por la ropa que está usando, por la música que le gusta o por los libros que lee, hasta las marcas en la historia que ha dejado (y sigue dejando) la pretensión de pensar que una raza, un género, una religión o un bando político nos hacen mejores que los otros, esta realidad se hace evidente.

Hoy por hoy la diversidad de género se ha plantado en la mayoría de escenarios como un discurso de aceptación y discordia al mismo tiempo, en donde la búsqueda de la igualdad se pone de frente a una oleada de moral bastante cuestionable forjada en letra escarlata y plasmada con bendiciones de por medio. Solo hace falta rebobinar el casete un poco y ver en el pasado el tiempo en que los negros eran esclavos por el simple hecho de ser negros, o las mujeres no tenían derecho a votar pues era algo exclusivo de los hombres.



En la Feria Internacional del Libro de Bogotá del 2016 me encontré con una portada bastante colorida y un título muy sugestivo para lo que estamos acostumbrados a ver en el mercado nacional. El invitado del día de hoy es “Tres hombres: dos padres y un hijo” de Gonzalo García Valdivieso, publicado por Ediciones B.

En esta obra nos encontramos con Faustino (el mismo Gonzalo García Valdivieso), quien desde el lanzamiento de su último libro nos irá narrando lo que junto a su pareja han tenido que soportar al tomar la decisión de adoptar un hijo en un país como Colombia. Valga aclarar que Faustino es homosexual.

Desde que inicias la lectura del libro es evidente la influencia que tienen la antropología y el periodismo en la pluma del autor. García Valdivieso va creando su historia bajo un halo crítico notable, con un estudio social muy pertinente, opiniones contundentes, referencias periodísticas a tener en cuenta y destellos de jocosidad y explicitud muy necesarios para el tema tan pesado y polémico que está tratando.

A partir de la gestación de una nueva vida y hasta el camino al altar de esta misma, el autor va dejándonos migas de pan de lo que vivió en el proceso de convertirse en padre y de lo duro que es ser diferente en una sociedad tan normalizada, en donde la solución más fácil ante la discriminación es culpar al discriminado en lugar de educar al que discrimina.

El libro es una denuncia en todo el sentido de la palabra no solo ante la sociedad sino ante sí mismo; una denuncia fuerte y sin miramientos, sin suavidades o aguas tibias. La voz de Faustino (el protagonista) se siente honesta ante un panorama lamentable, y dolida ante la hipocresía y doble moral bajo la cual se construye esta sociedad, de la cual él mismo hace parte, y a la cual él mismo alimenta.

Esto último fue una de las cosas que más me gustó, pues el relato tenía una fuerza especial gracias al aire testimonial que lo acompañaba, pero al mismo tiempo ese apersonamiento que es totalmente evidente dentro del pasar de las páginas, va dejando lentamente de lado la historia principal. El texto es una mirada muy personal, casi que un cúmulo de letras autobiográficas que mutan en opiniones válidas y certeras, que dejan al libro en un peligroso baile entre dos mundos y sin una postura clara. La voz literaria del autor en cabeza de Faustino en muchas ocasiones muere y da paso a las palabras del propio Gonzalo García Valdivieso, quien se siente con más fuerza que la misma historia que aparentemente se nos está narrando. La novela se desdibuja ante la grandeza del trabajo crítico, con aires periodísticos y antropológicos, de la obra.

Tomada de www.laopinion.com.co

Uno de los discursos más claros y contundentes del autor está ante el papel de la iglesia y su influencia dentro de la conformación y consolidación de Colombia como “sociedad”. Duele leer y notar que todo lo absurdo y triste que se cuenta no es más que un reflejo irrefutable de nosotros mismos. Duele ver como la violencia es la forma de vida que hemos aceptado y las irremediables consecuencias que esto ha dejado en cada uno de nosotros. Duele saber que una biblia, una camándula y las directrices de una institución plagada en la corrupción y manchas grises en sus decisiones parecen ser el derrotero de un pueblo rezandero e inconsciente. Con lo anterior no estoy diciendo que todo lo que tenga relación con la iglesia sea malo, pero es imposible tapar el sol con un dedo.

Otro detalle muy valioso dentro de la construcción de la “novela” resulta del papel que todos los personajes juegan y de la importancia que esto tiene en el diseño de cada uno de nosotros como persona, y en conjunto como una sociedad: todos, independientemente del escenario en el que nos movamos, tenemos algo que decir y contamos con las herramientas para hacer de este un lugar para vivir más incluyente. Tanto ustedes como yo somos parte de un todo que nos forma de una u otra manera, y esa realidad es la que está grandiosamente plasmada dentro de la obra.

“Tres hombres: dos padres y un hijo” es un relato crudo, divertido, conveniente y puntual para el momento histórico en el que nos encontramos; un desahogo notorio que duele a la lectura. Este es uno de esos libros que no se va por las ramas, sino que es claro y dice la verdad, por dura que parezca.

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