Canto a la confusión

Un giro, dará vuelta a nuestro ser.

Perdida alma se aventura en mar de espadas,
se postra frente al sol y desvía su mirada
al aberno que trasciende y en vil realidad enmudece
frente al incrédulo, el demente, el odioso y el decente.

Lágrimas sin dueño habitan,
corren por la vida y gritan:
¿Dónde encontraré consuelo?
¿Hasta cuándo perderé mi suelo?

Impotente tierra incapaz de ser amada,
indolente, agobiada, desolada y encallada
en la ruta desarmada, 
por dolor siempre enmarcada.

Tanta paz te ha pedido 
el hijo de un pecado tan divino,
dueño de la sombra al sol vecino,
aquel paciente entre dunas decaído.

Creando puentes indebidos,
derribando muros concluidos,
despejando brumas entumidas,
socavando letras nunca escritas. 

Mundo gris de verde ya perdido,
tinte desolación, tono rojo encarnecido,
destellos de dolor negro y olvido,
carencia y desobediencia los pinceles escogidos.

Letra muerta en un papel envejecido
sin valor a un mundo actual ya desabrido,
cuentahabiente en el banco del destino,
ahorrándose mil pasiones y deseos escondidos.

Voluptuoso el estandarte, hoy como siempre tan brillante,
destellante y lascivo, solo morbo hemos vendido
guerra y muerte vespertina, dueña aberrante de la biografía
mal escrita y desabrida, del hogar que hoy termina.

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