Reseña: Carcoma - Layla Martínez
Esta es la historia de una casa en un páramo y de las dos mujeres que la habitan: una nieta y una abuela que cargan con el peso de generaciones de mujeres víctimas de abusos. La casa, llena de grietas, humedad y de las memorias de quienes antes vivieron en ella, encontró formas de comunicarse: sus paredes crujen y los armarios gritan, como si escondieran lamentos que esperaron años para poder proferirse. En palabras de la madre de la hija, quien se marchó de allí años atrás, la casa "se lanza sobre cualquiera que atraviese la puerta y le retuerce las tripas hasta dejarle sin respiración".
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Edición colombiana de Carcoma, con ilustraciones de Flecha Roja |
«Carcoma» es la primera novela de la escritora, editora y poeta española Layla Martínez. Nació luego de una conversación entre la autora y su abuela, quien le contó su historia. Al escuchar este relato, Layla se enteró de que su bisabuelo administraba un burdel, por lo que era común que comentara que él "vivía de las mujeres".
En el libro, ambientado en la España de la Guerra Civil, también hay un negocio como ese, lugar al que las mujeres del pueblo acuden para encontrar una forma de sobrevivir, pero en el que terminan convirtiéndose en esclavas. La venta de sus cuerpos, exhibidos como propiedad colectiva, es la que le da al dueño el dinero suficiente para construir una casa para su esposa, territorio que se hereda por generaciones y en el que conviven ahora la nieta y la abuela.
Esta es la primera de las diferentes manifestaciones que se hacen en la novela de la violencia patriarcal y sus víctimas, de las heridas, los traumas y las muertes que han empujado a las mujeres a una posición de sometimiento sistemático de la que, a pesar de los avances, sigue siendo difícil liberarse. Los hombres son retratados como amenazas bajo la figura de esposos maltratadores, padres abusivos y señores con poder, y sin importar la posición que ocupen, siempre se exhiben como dueños del destino de las mujeres, ejerciendo esa condición para controlarlas.
Otra de las violencias representadas en el relato es la desigualdad de clases, vista desde el desprecio de los ricos a los pobres, los entornos de miseria que se heredan y perpetúan, la escasa movilidad social, el nulo respeto por el cuerpo de quien es visto como mercancía y el hecho de que unas vidas valen más que otras. Lo más triste del asunto es saber que todo esto es real.
La obra es narrada por la hija y por la abuela. La primera, sueña con irse a otra lugar para buscar un futuro diferente, por lo que consigue un trabajo de niñera con una de las familias más reputadas del lugar. La segunda, está convencida de que la casa tiene una maldición que hará que ninguna de las dos pueda escapar de allí. La relación entre ambas está llena de rabia, reclamos y una particular complicidad que las sostiene. La suya es una historia de terror social llena de voces y secretos que se construye bajo una constante sensación de asfixia, un encierro no solo físico, sino también emocional y generacional, simbolizado por una casa que se retuerce, que es hogar del miedo y la soledad. Como dice la abuela, "esta casa no es un refugio, es una trampa. Nadie sale de aquí nunca y los que se van siempre acaban volviendo".
«Carcoma» es, al mismo tiempo, un acto de redención y de venganza. Una novela profundamente política, con una atmósfera opresiva y violenta que presenta a la realidad como el máximo insumo del horror y que denuncia los abusos estructurales de los que las mujeres siguen siendo víctimas y la injusticia social hija del capitalismo. Imágenes, voces, llantos y silencios que incomodan mientras un par de mujeres y la casa que habitan son carcomidas por un sistema miserable en el que apenas se les permite sobrevivir.
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