Reseña: Voz - Christina Dalcher
Más de un millón de personas de Oriente Medio han llegado a Europa en calidad de refugiados debido a la crisis en materia de derechos humanos que afronta su zona de origen. Caso similar se presenta con la oleada de venezolanos que han tenido que salir de su país hacia otros lugares de América Latina debido a la perversa situación en que el gobierno de turno ha sumido a su nación.
Refugiados sirios tratando de entrar a Europa. Foto tomada del diario La Razón. |
El actual presidente de los Estados Unidos de América
(Donald Trump), país clave en el establecimiento de la agenda a nivel global,
se ha mostrado claramente machista, xenófobo y en extremo proteccionista. En el
mismo sentido podemos hablar del nuevo mandatario de Brasil (Jair Bolsonaro),
potencia regional por excelencia, quien fue elegido por la mayoría de sus
conciudadanos a pesar de sus desafortunadas posiciones respecto al feminismo,
la homosexualidad y el respeto de los derechos de las minorías.
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En Colombia se llevó a cabo un proceso de paz para dar por
terminado el conflicto de más de 50 años con las FARC, el grupo al margen de la
ley más antiguo del mundo (ya extinto en la actualidad). La legitimación de los
acuerdos se ofreció al pueblo colombiano, quien votó NO, a pesar de que
expertos en la materia de todo el mundo soportaron y alabaron el acto. Incluso este hecho llevó a Juan Manuel Santos a ser merecedor del Premio Nobel de Paz.
Los rostros que dejó el NO en el plebiscito por la paz. Foto toma da del blog Auca en Cayo Hueso. |
En varios países de América Latina se han venido adelantando
movimientos, en su mayoría promovidos por creyentes religiosos, que buscan postergar
el atraso en materia de educación sexual. Seguramente habrán leído o escuchado
al respecto de “la ideología de género”.
Manifestación en desacuerdo a la unión entre parejas del mismo sexo por considerar este un acto en contra de la familia. Foto tomada de El Universal. |
Seguimos matando
inocentes. Seguimos acabando con la naturaleza. Seguimos extinguiendo especies.
Seguimos siendo indiferentes ante nuestro semejantes. Seguimos destruyendo el
lugar en que vivimos.
Muchos dicen que las
cosas están cambiando y que los tiempos que vendrán son mejores que los
actuales. Siento ser muy pesimista al respecto, pero solo con prender el televisor
o revisar las noticias en los portales web (los serios, por favor) podemos
vislumbrar el auge de los discursos de odio y lo caótico que se pinta el futuro
inmediato. La introducción que di es solo un repaso de lo mal que estamos.
En 1985 la canadiense Margaret Atwood publicó la aclamada
obra “El
cuento de la criada”, una novela que se desarrolla en una sociedad religioso-patriarcal que decidió que las mujeres debían
ser vistas únicamente como úteros con patas, por decirlo de algún modo. A pesar
de lo apocalíptico que pueda parecer este panorama, la realidad no dista
mucho: en Egipto se practica la mutilación genital femenina, en Yemen las
mujeres no pueden casarse con quien desean (algunas son obligadas a contraer
matrimonio con apenas ocho años de edad), en Arabia Saudí los hombres
representan el 95% de la fuerza laboral del país, en
Colombia se registran más de 70 casos diarios de abuso sexual contra menores de
edad… Ser mujer parece un
acto de supervivencia constante.
Imagen de la adaptación a serie de "El cuento de la criada". |
En la misma línea de la obra de Atwood, Naomi
Alderman publicó su novela “El poder”, y este legado continúa
con “Voz” de la doctora en Lingüística
Christina Dalcher, ópera prima de la autora y de la cuál hablaré en esta
oportunidad.
Esta historia transcurre no muchos años en el futuro. El
control de los Estados Unidos de América ha sido tomado por un grupo religioso llamado
Los Puros, el cual pretende que la moral y las buenas costumbres promulgadas en
la Biblia sean los pilares de la sociedad. Con este fin las mujeres son
despedidas de sus trabajos, el dinero de sus cuentas bancarias le es trasladado
al hombre más cercano a ellas, sus pasaportes son cancelados y, entre muchas otras cosas, se les obliga a
llevar una manilla que contabiliza el número de palabras que pronuncian al día.
En caso de que el contador llegue a 101, la manilla enviará una descarga eléctrica
a la persona que la use y esto empeorará con cada sílaba adicional que se diga.
Hay cámaras por todo el país con el fin de controlar que las mujeres no puedan
comunicarse mediante señas u otros mecanismos. Los hombres son la imagen de
Dios, y las mujeres son la imagen del hombre, y por tanto deben obedecerle y
servirle…
La neurolingüista Jean McClellan es una de las víctimas de
este régimen autoritario. Vive con su esposo, un importante asesor de gobierno,
y con sus cuatro hijos (tres varones y una pequeña llamada Sonia, quien también
tiene una manilla contabilizadora). Ella será la encargada de narrar el
mundo en el que vive, los hechos que dieron lugar a la situación actual del
país y todas las cosas que pasan en su interior.
Nuestra protagonista es un personaje complicado, que condensa
en sí misma la frustración, el arrepentimiento, el deseo de lucha, la resistencia,
la incondicionalidad, la rabia y el sinnúmero de elementos que pueden hacer
presencia en un ser humano enfrentado a una realidad como la que le toca, en la
que la razón termina cediendo ante la opresión. Podemos juzgar su forma de pensar, su actuación y sus decisiones, pero
basta con tratar de ponernos en sus zapatos para entenderla. Sin duda
alguna los picos más altos de la novela aparecen con las cavilaciones de Jean
respecto al futuro de su hija, a la generación de niñas que crecerán sin poder
comunicarse y a lo peligrosa que puede llegar a ser la educación mal encaminada.
Christina Dalcher
lleva al extremo muchas situaciones para darnos varias advertencias y premisas
de acción: no hay que guardar silencio mientras tengamos la posibilidad de
hablar, hay que salir a exigir nuestros derechos antes de que nos sean
arrebatados, hay que defender a aquellos cuya integridad esté siendo vulnerada,
no hay que dar por sentados los privilegios con los que se cuenta, hay que
tener mucho cuidado con entregarle a cualquiera la dirección de nuestro destino.
Este camino hacia los limites podría parecer exagerado, pero ya ven cómo
estamos, en pleno siglo XXI y en medio de una crisis de derechos humanos
tremenda.
Otro punto
importante y que vale la pena pararnos a revisar resulta en lo perturbador que es ver reflejados en
nuestra realidad muchos de los comportamientos que pretenden normalizar
regímenes como el que presenta el libro, e incluso hallar en las víctimas muchos
defensores. Personas que emiten juicios con base en noticias falsas, mujeres
que perpetúan el machismo, homosexuales que siguen líderes homófobos, pueblos
que eligen como gobernadores a quienes han actuado como sus verdugos por años y
años…
Lamentablemente no todo fue bien con esta lectura. Uno de
mis problemas está en la consistencia de los hechos que ocurren. Muchos sucesos
se dan de manera sumamente fortuita (como la llegada al poder de Los Puros), no
hay lucidez en los antagonistas y se siente forzada la inclusión de varios elementos para sostener la trama. El aviso
permanente que significa esta novela transmuta en una carrera contrarreloj
entretenida, pero poco más que eso.
El otro punto que no podía dejar de tratar es la notoria
inspiración que tiene la autora en el aclamado libro de Margaret Atwood, y es que
las similitudes entre ambas son fácilmente identificables, siendo la de la canadiense una obra más contundente.
Como ya lo dije, tuve varios inconvenientes con la
verosimilitud de la trama, con lo poco realista de muchas situaciones y con las
constantes casualidades que se daban lugar con el paso de las páginas para
lograr una resolución, pero eso no impidió que los mensajes de la novela me
llegaran en lo más profundo: la importancia
de la libertad, el papel del lenguaje en el desarrollo del ser humano y lo
valioso de la resistencia.
“Voz” en uno de esos libros que te hace
enfurecer, que te lleva a recordar esos momentos en que han callado tu voz, menospreciado
tu trabajo, limitado tu actuación o mutilado tu libertad. No necesitamos tener
una manilla que nos impida decir más de 100 palabras para entender lo que
representan las páginas de este libro: un cúmulo de mensajes substanciales en
un momento de la historia que requiere compromiso y fortaleza por parte de
todos, un llamado de atención hacia forma en que vemos el mundo y frente al
papel que estamos jugando en él. Esta es una denuncia potente incluida en una novela lamentablemente
aceptable y que extravía el rumbo con el pasar de los capítulos.
Pdta. 1: El libro
incluye lenguaje científico que puede llegar a resultar innecesario para
muchos. En mi caso no fue ninguna molestia.
Pdta. 2: No
olviden que lo único que hace falta para que triunfe el mal es que los buenos
no hagan nada.
Y para cerrar, aquí les dejo el primer capítulo del libro :)
Y para cerrar, aquí les dejo el primer capítulo del libro :)
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