Reseña: Retrato de niños con bayonestas - Jairo Buitrago

En 1824 llega el primer acercamiento a la fotografía. Niépce obtenía imágenes gracias al betún de Judea expuesto por varios días sobre una placa de plata. Han pasado casi 200 años desde ese momento y la fotografía ha evolucionado notoriamente, pero en el fondo el ejercicio de capturar la vida sigue siendo el mismo. Retratar esos instantes en que somos felices, en que hemos logrado alcanzar un objetivo por el que trabajamos arduamente, en que sonreímos de manera sincera o impostada por la necesidad de la ocasión, o en que compartimos con nuestros seres queridos. Pero la fotografía también ha servido para dejar evidencia de los grandes momentos de nuestra historia, de la barbarie de la que somos capaces, de la indolencia que permea la violencia, de los rostros que se transforman ante la crueldad humana.

Registro fotográfico publicado por la Revista Credencial en su edición N° 12 de diciembre de 1990.

Tres niños con seriedad y tristeza marcadas en su rostro, disfrazados con trajes militares (sí, disfrazados, y no me estoy burlando, porque los niños no deberían ocupar este tipo de papeles), cargados con bayonetas y una corneta fueron inmortalizados en 1902 por un fotógrafo anónimo y su cámara de fuelle en las horas en que la Guerra de los Mil Días (quizá la contienda civil de mayor magnitud en la historia colombiana) agonizaba.

Esta fotografía expuso la indolencia de una contienda que dejó miles de muertos, un país prácticamente destruido, una economía enclenque y un futuro endeudado. La imagen de estos tres niños cuya actitud contrastaba con la alegría de los soldados que se vislumbran de fondo fue la inspiración del escritor nacional Jairo Buitrago para escribir “Retrato de niños con bayonetas”, título editado por Panamericana Editorial e ilustrado por Mónica Betancourt.


Aquí nos encontramos con la historia de una profesora que, buscando material para su clase, se encuentra con la imagen de estos tres niños y decide presentársela a sus alumnos con el objetivo de explicarles una problemática tan álgida y complicada como la guerra.

Este pequeño gran libro nos remite al pasado, al reconocimiento de un hecho que partió lo que somos como país y como sociedad para analizar así mismo nuestro presente, la manera en que lo entendemos y los mecanismos mediante los cuales podemos ayudar a que las nuevas generaciones comprendan las consecuencias de la violencia.

Este relato nos muestra cómo la guerra nos transforma, cómo cambia lo que somos y lo que seremos, y deja cicatrices imborrables en nuestro futuro. Al mismo tiempo nos lleva a cuestionar nuestro papel frente a las víctimas y el devenir de quienes participan en conflictos de este tipo.


El apartado gráfico de este libro toma provecho del sepia para crear una atmósfera de pesadumbre y nostalgia que le suman tremendamente a lo que se narra con palabras; ambos van de la mano y se nota que trabajan por un mismo objetivo.

Otro elemento importante de esta obra es que puede convertirse en un punto de interés para que los más pequeños se interesen en conocer la historia de su país, los hechos que lo marcaron y comprometerse con procesos que permitan construir una sociedad más tolerante y empática.

“Retrato de niños con bayonetas” es un libro duro, pero pertinente para apoyar el proceso de entendimiento de lo que es la guerra, sus causas y efectos, especialmente en un periodo histórico como el que vivimos en nuestro país, en el que la paz, el perdón y la reconciliación requieren una responsabilidad enorme de nuestra parte, pues los cambios de una nación no se producen solo con la firma de un documento.

Pdta. Gracias infinitas a mi amiga Camila Melo por este acertado regalo.

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