Hablemos de Boss de Eva Muñoz
Eva Muñoz es una de las autoras más destacadas de Wattpad en esta década. Acumula millones de lecturas en sus diferentes novelas en la plataforma, sus libros en físico tienen muy buenas ventas, sus firmas y eventos son multitudinarios y su comunidad digital no para de crecer. Luego de la publicación de «Lascivia» y «Lujuria» (Serie Pecados Placenteros), le llegó la hora al primer libro de la serie Dominio: «Boss». No es recomendado para menores de 21 años.
La historia sigue a Emma James, hermana menor de la agente
del FEMF Rachel James (protagonista de la serie Pecados Placenteros),
quien por culpa de su apellido se convierte en el blanco de la venganza de Ilenko
Romanov, líder de la Bratva rusa, y de su hijo Vladimir.
Esta novela, inscrita en el género Dark Romance, está
llena de persecuciones, drama, acción, intriga, giros drásticos en la trama y
escenas explícitas desde sus primeros capítulos. Eva Muñoz crea una historia
que no da respiro, incluso sacrificando la coherencia en distintas situaciones,
por ejemplo, las reglas de las organizaciones o las acciones de Emma y otros
personajes.
A propósito de esto, hablemos de los protagonistas. Emma es
una presa, una mujer valiente, rebelde y con destellos de lucidez. Sin embargo,
muchas de sus decisiones parecen carecer de lógica y sus acciones de madurez (sí,
a todos los seres humanos nos pasa en ocasiones, pero hay límites, y más teniendo
en cuenta el perfil que se vende de ella). Además, a pesar de todos los
atributos que se le otorgan como profesional, constantemente es reducida a su físico
y su aura seductora. Por su lado, Vladimir es un cazador, un bad boy en
toda regla: hombre violento, hijo de un mafioso, tiene problemas con las drogas
y fuertes traumas del pasado. Ambos son personajes llenos de estereotipos, impulsos
y contradicciones, cuyo actuar y decisiones parecen obedecer más a que la trama
y sus giros se desarrollen que a una progresión emocional.
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Ilustración de Mazo - La chica de los fanarts |
Siguiendo con lo anterior, se abre la puerta para tocar un
tema importante (muy importante). Las redes sociales están llenas de frases
como “hay que aprender a separar la realidad de a ficción”, “eres demasiado
sensible para leer una novela así” o “lo que leo no representa lo que
pienso realmente”. Lo primero que hay que advertir, aunque este libro tenga
restricción de edad para mayores de 21 años, es que gran parte de sus lectores están
entre los catorce y los diecisiete; tengo muy presente la imagen del
lanzamiento del tomo 1 de «Lascivia» en la Feria Internacional del Libro de
Bogotá años atrás, de una fila enorme de chicas, muchas entre los doce y los
catorce años, junto a sus padres enojados porque ya no había espacio en el
auditoría (sí, padres que le habían comprado a sus hijas de doce a catorce años
una novela llamada «Lascivia»). Lo segundo, que cuando acostumbramos nuestro
cerebro a que ciertas situaciones o contenidos lo estimulen, él mismo va a
relacionar eso con algo que está bien, y ahí comienzan los problemas porque
podemos terminar aceptando personas o relaciones nocivas en nuestras vidas. Y
lo tercero, que la educación sexual sigue teniendo graves problemas de alcance
en países latinoamericanos, por lo que está información termina llegando por
otras vías a los y las adolescentes, y esas vías no siempre son las idóneas.
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Foto tomada del Instagram de El Lector |
La autora advierte desde un principio que esta es una
historia fuerte, con personajes de moral dudosa, comportamientos tóxicos, con
torturas, venganzas, sangre y contenido explícito, y eso es lo que nos ofrece
en sus casi 1.000 páginas. Sin embargo, ¿qué pasa con el manejo que se les da a
las temáticas que se tratan? ¿Cómo se está representando el consentimiento? ¿Cuándo
comenzamos a ver como normales acciones que no deberíamos normalizar? ¿Por qué
se romantizan conductas nocivas y se presenta el abuso como algo erótico? ¿Está
bien redimir al victimario y justificarlo en sus traumas no resueltos? ¿En qué
momento convertimos relaciones disfuncionales, dañinas y llenas de red flags
en algo deseable? Estas son algunas de las inquietudes que surgieron luego de
leer esta novela.
Claro, hubo, hay y habrá otros libros, series y películas
que aborden estos temas, pero una cosa es narrarlos y otra romantizarlos. Claro,
hay lectores con la capacidad la separar la realidad de la ficción, pero es una
consigna peligrosa y no debe tratarse tan a la ligera. Claro, puede escribirse Dark
romance, pero sería bueno integrar la responsabilidad en ello, más cuando conoces
a tu audiencia; y con esto no digo que toda la responsabilidad es de quien
escribe la ficción, porque hay otros actores que tendrían que intervenir, que
deberían acompañar y conversar. Y por supuesto, deberíamos empezar a ser un
poco más críticos con lo que consumimos.
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