"Eso pasa con la depresión: No te ocupas de ti, no te vistes, no comes, no te paras de la cama y lloras constantemente". Una entrevista con Fermina Ponce
“Se habla sin problema de las dolencias físicas, pero sigue existiendo un estigma sobre las dolencias mentales”, dice la escritora y periodista Fermina Ponce, quien está diagnosticada con un trastorno bipolar.
Aunque la escritura es parte de su vida y ha publicado varios libros, las crisis relacionadas con su enfermedad la llevaron
a desconectarse durante algunos años de este ejercicio, así como del de la
lectura, a causa de un problema de memoria. Hasta que empezó a llevar un diario.
“Eso me sirvió mucho porque no estaba obligándome a escribir una pieza
literaria, sino simplemente dejándome ir y contando lo que sentía, lo que
pensaba y lo que me pasaba”.
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Fotografía de Susan Ryan |
«Todo este silencio: relatos sobre mi trastorno bipolar»
nace de los escritos consignados en ese diario. “La razón principal por la
que escrib este libro es para decirles a las personas con una enfermedad
mental que no están solas y que existe una esperanza si hay un diagnóstico y un
tratamiento adecuados; así como un buen círculo de apoyo. Además, porque es
necesario que normalicemos esta conversación”.
Según datos del Ministerio de Salud de Colombia,
aproximadamente el 66% de la población ha enfrentado algún problema de salud mental
en su vida. Cifras como esta dejan clara la importancia que se le debe dar al
tema dentro de la agenda pública, y también la necesidad de pedagogía al
respecto. “Cuando cuentas que tienes depresión, ansiedad o un trastorno de
bipolaridad, algunas personas te dicen que eso no existe, que orando y
visitando la iglesia se soluciona, que mejor hay que ser agradecidos con todas
las bendiciones que la vida nos ha dado, que solo queremos llamar la atención o
que tenemos mucho tiempo de sobra y por eso nos inventamos problemas. Para quien
cree, la oración es muy importante, así mismo lo es la meditación, pero esas
son herramientas. No se puede dejar de lado la atención profesional. Las
enfermedades mentales existen y hay que tratarlas”.
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Tomada de @justunalectoramas en Instagram |
A Fermina le tomó cuatro años terminar el manuscrito.
Confiesa que fue un proceso que la hizo llorar mucho y cuestionarse si debía
seguir escribiendo porque no le resultaba sencillo escudriñar su pasado y su
presente, ni las emociones que había vivido. Quizá por eso no edulcora su narración
en ningún momento, sino que deja expuesta su realidad, los problemas que
enfrentó y enfrenta, y el modo en que estos le afectan. “Fui diagnosticada con
depresión posparto. Yo era una persona súper activa. Trabajaba, iba a la
empresa, compartía mucho con mi círculo social, acompañaba a mi esposo a
diferentes actividades. Pero después de la depresión posparto no hacía
absolutamente nada. Eso fue muy duro porque me llevó a preguntarme dónde
estaba Fermina. No me reconocía, me dolía mucho la vida. Luego, cuando me
diagnosticaron con depresión clínica, la depresión era tan profunda que no me
bañaba, perdí mis hábitos de higiene. Eso pasa con la depresión: No te ocupas
de ti, no te vistes, no comes, no te paras de la cama y lloras constantemente.
Es una sensación de cansancio y de fatiga enorme. Y en ese momento también están
los pensamientos suicidas. Con base en mi experiencia y en lo que he leído, las
personas que mueren por suicidio no es que quieran terminar con su vida, sino
terminar con el dolor que sienten porque no encuentran otra salida. No ven
otra alternativa quizá por falta de tratamiento, de terapia, por falta de un
grupo de soporte o quizá por miedo”.
“Yo pensaba que era una carga para mi familia, que era
innecesaria para ellos. Después, cuando empecé mi tratamiento y mi proceso de
cambio de medicación, vi que había una luz, entonces volví a ocuparme de mí, a
los trancazos y a los garrotazos y a punta de medicamento, pero comencé a hacerlo
porque sentí que había un cambio. Hace 3 años entré en proceso de recuperación
gracias a una psiquiatra terapeuta. Y encontré una combinación de medicamentos
ideales para mí, un estabilizador de estado de ánimo, un antidepresivo, un
medicamento para poder descansar y dormir y un ansiolítico solamente si era
necesario. Puedo escribir, puedo leer, puedo trabajar. Hoy, puedo decir que
soy otra vez Fermina”.
Los niños, niñas y adolescentes no son inmunes a estas
enfermedades, y una de las preocupaciones actuales que la vida digital está
dejando en la salud mental es la viralización de un pensamiento totalmente
positivista y el ejercicio de comparación exacerbada al que nos sometemos en
las redes sociales. “Creo que esto nos va a afectar de una manera fuerte
porque el ser humano tiene que manejar y transitar toda una selección de
emociones. La tristeza, la alegría, el llanto, la risa, la frustración, la
furia… Hay que entender, aprender a manejar y darles el espacio a todas esas
emociones y no ignorar la gran mayoría y centrarnos solo en la felicidad como
parece exigírsenos actualmente… Ahora, con las redes sociales nos hacemos una
imagen sobre alguien y solemos envidiar su vida, sin saber qué es lo que pasa
realmente en esa vida, qué ocurre detrás de la foto o el video. En redes mostramos lo positivo, no las dificultades, y es preocupante que la
juventud y también nosotros los adultos estemos cayendo en ese juego”.
Para Fermina, lo más importante que puede hacer una persona
que esté cerca de alguien que tenga una enfermedad mental es informarse al
respecto. “La educación es primordial porque aprendes sobre el diagnóstico, sobre
los síntomas, sobre las señales de alerta”.
La honestidad y la belleza son dos elementos tangibles dentro de los relatos de «Todo este silencio», libro que se convierte en una carta de amor para quienes enfrenten diagnósticos de este tipo, y en un llamado a generar conciencia sobre el tema. Es una obra íntima, valiente y descarnada, que deja constancia de lo difícil que es vivir con una enfermedad mental, del grado de desconocimiento propio al que puede llevarte, pero también del proceso de sanación que se abre con las herramientas adecuadas, que ojalá empiecen a estar al alcance de todos y todas, y no sigan siendo un privilegio.
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