Reseña: Historias de un país invisible - Pilar Lozano

Hay una Colombia que ha vivido olvidada, una que ha sufrido en mayor medida los nefastos efectos de la guerra. Esa Colombia de la periferia, de las zonas abandonadas por el estado y ante la que quienes vivimos en las ciudades principales hemos sido indiferentes, es de la que habla la escritora y periodista bogotana Pilar Lozano, autora de Colombia, mi abuelo y yo, en su libro Historias de un país invisible.

Lozano busca con esta obra narrar a niños y niñas lo que le había contado solo a los adultos y adultas que leen periódicos. Con ese objetivo, visitó algunas partes de nuestro territorio, incluyendo los siguientes municipios: Toribío, Cauca; Granada, Antioquia; Belén de los Andaquíes, Caquetá; e Itsmina, Chocó. De dichos viajes nace esta suerte de reportaje que es en sí mismo una invitación a la empatía, a darnos cuenta de que más allá de la realidad que nos toca hay otras con contextos y condiciones distintos que necesitan ser representadas y visibilizadas.

El trabajo de la autora da cuenta de diferentes iniciativas gestadas en estas poblaciones, gracias a las que menores de edad y personas adultas encontraron una forma de escapar del destino que la violencia les había marcado. El deporte, la educación, el arte y la cultura han sido las rutas mediante las cuales los camuflados y las armas quedaron relegados.


“La paz no es solo dejar de matarnos, es aprender a compartir un espacio de una manera distinta”, dice un niño de Granada, lugar en el que se ha incorporado el Golombiao, una práctica similar al fútbol, pero en la que se persiguen la igualdad, la tolerancia, el juego limpio y otros valores por sobre los goles. Una de las reglas de este deporte es que tiene que haber tanto niñas como niños en los equipos, y la primera anotación solo será válida si la hace una niña.

Pilar Lozano deja constancia de algo muy importante y hacia donde el estado y la academia deberían enfilar gran parte de sus esfuerzos: actividades como las que se trabajan en estas zonas tienen un poder transformador increíble e invertir en ellas puede ser un paso definitivo en la construcción de un país diferente, más justo y equitativo. ¿Se imaginan masificar conceptos como el trabajado en Belén de los Andaquíes, en el que los más pequeños producen proyectos audiovisuales con base en las historias de los habitantes del municipio? ¿Cómo sería Colombia si más personas pudieran dedicarse a cosas como esta, en lugar de verse inmersas en círculos de violencia como los propiciados históricamente por el conflicto armado y la corrupción? “Si no se involucra a la sociedad, lo que se hace no deja huella”, menciona uno de los entrevistados por la autora.


También hay un lugar especial dedicado a la lectura y a la manera en que esta nos permite aprender de quienes nos rodean y, por que no, cambiar nuestras vidas. Conocemos la admirable labor que adelanta Sandra, una promotora de lectura en Itsmina, la cual se asemeja a la que lleva años liderando la activista chocoana Velia Vidal con la corporación educativa cultural Motete, y a la que cientos de heroínas y héroes de carne y hueso desarrollan a lo largo del país. Merecen todo el reconocimiento y apoyo posible.

Además de lo que nos entregan los textos, este libro cuenta con un componente gráfico de parte del ilustrador argentino Daniel Rabanal, quien con maestría nos acerca a la realidad de estos territorios, sus paisajes, su arquitectura, las particularidades de su entorno y la forma en que sus habitantes interactúan con este. Hay un uso y predominancia del color verde que resalta la vida que resiste y se niega a sucumbir, a pesar de las circunstancias. Incluso, al inicio de cada capítulo encontramos un mapa que nos permite ubicar geográficamente cada zona, un detalle más importante de lo que se puede pensar en un principio.


De los relatos recogidos en la investigación para este trabajo se puede inferir la relevancia que ha tenido la firma de la paz con las FARC en la cotidianidad de estas poblaciones y en la configuración de dinámicas sociales como las que se exaltan a lo largo del libro. Un ejemplo de ello se da con Toribío, lugar en el que sus habitantes dejaron de sentirse secuestrados en sus propias casas luego de años de masacres y hostigamiento.

Historias de un país invisible es un documento valioso, así como toda la obra de Pilar Lozano, en la tarea de acercar a niños y niñas a lo que somos, a nuestra realidad, al entendimiento de lo que el día a día nos lleva a ignorar, pero que es necesario reconocer para poder tener un país en el que quepamos todos y todas, con nuestras diferencias y elementos en común.

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