Reseña: Los errantes - Olga Tokarczuk
“Muévete, no pares de moverte. Bienaventurado es quien
camina”.
Vamos a los museos para viajar en el tiempo, para descubrir la
esencia del alma humana, para reencontrarnos con esos fragmentos propios que
estaban extraviados y otros supieron plasmar. Compramos un tiquete (no importa
si es de avión, barco, bus o tren) para ver el mundo, para recorrer las venas
del planeta por un rato, para sentirnos parte de un todo que luce inmenso ante
nuestra evidente insignificancia. Observamos desde la ventana a una señora de la
tercera edad empujando un carrito lleno de dulces, al oficinista corriendo con
la frente bañada en sudor mientras maldice, al grupo de universitarios riendo
por lo ocurrido la noche anterior en el bar de turno. Alguien nos ve desde un edificio
más alto y especula sobre nosotros, sobre nuestras motivaciones y miedos, sobre
lo que pasa por nuestra mente al estar de pie frente al mundo.
Somos microhistorias que se entrelazan, que se
compenetran y transforman, que necesitan moverse y contarse para crecer, para
evolucionar, para consumarse. Dice Olga Tokarczuk (Premio Nobel de Literatura
2018) que “la verdadera vida no es otra cosa que movimiento”, y ese es
el entramado sobre el que escribe Los errantes, obra publicada en
2007 en Polonia y traducida al español por Agata Orzeszek en 2017, por la cual la escritora fue merecedora del Booker Prize.
Estamos ante un híbrido entre la novela, libro de viajes,
relatos y composiciones narrativas diversas (sin contar con los mapas incluidos)
que no siguen un guion como a los que solemos estar acostumbrados. Todo se rige
en la desestructura. Es uno de esos textos que fácilmente podremos releer miles
de veces y encontraremos en él distintas versiones de sí mismo. Pero también
uno en el que podremos perdernos fácilmente como suele ocurrir en los
aeropuertos internacionales.
¿De qué va este libro? Es bien complicado tratar de explicar
lo que la escritora polaca plasma en casi 400 páginas. Los errantes
habla de la vida, de las hojas en las que imprimimos nuestro relato, de los
capítulos inconexos y la posibilidad de la sorpresa. Aquí se cuenta la historia
de un hombre que debe enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo en
plenas vacaciones, de una mujer que busca recuperar los restos de un familiar
que son exhibidos en Austria, de un amor que reaparece después de décadas, de alguien
a quien no le gusta viajar solo y de otra persona que disfruta los encuentros
pasajeros. Por si fuera poco, este libro contiene muchos datos históricos y científicos.
Ya sea en Viena, Berlín, Ámsterdam o San Petersburgo, los viajes
que se dan en esta obra son un homenaje a la comunicación y a las relaciones, a
la introspección y la curiosidad, al cuerpo y a la libertad. Necesitamos al otro en alguna medida, es importante salir de nuestra vida para intentar entendernos de
mejor manera. “Soy aquello de lo que participo. Soy lo que contemplo” dice la
escritora polaca.
Olga Tokarczuk. Imagen tomada de elnacional.com |
Antes de dedicarse a la escritura, Tokarczuk estudió psicología
en la Universidad de Varsovia. Quizás esa necesidad de comprender la vida en
sus detalles y de hallar las raíces provenga de allí. La autora se pone y nos
pone en el papel de observadores y observados, de ciudadanos, de viajeros.
Los errantes es un itinerario particular por
la intimidad de cualquier ser humano. Un cúmulo de instantáneas, vuelos
retrasados y cafés con desconocidos. Una narración tan detallada como
fraccionada que expone nuestra búsqueda constante por entendernos y la clara
incapacidad de hacerlo. Este libro es la lucidez expuesta en la siguiente
cita:
“Mantenerse a un lado. El mundo se ve tan solo en fragmentos,
no habrá otro. Hay instantes, migajas, configuraciones momentáneas que apenas
formadas se desintegran en mil pedazos. ¿Vida? No existe tal cosa; veo únicamente
líneas, superficies y poliedros y sus variaciones en el tiempo. El tiempo, a su
vez, parece una herramienta sencilla para medir los pequeños cambios, una regla
escolar con escala simplificada de apenas tres puntos: fue, es y será”.
Pdta.: Bieguni es el título de esta novela en su idioma original, palabra que hace referencia a una secta eslava oscura que creía, en la
tradición de los monjes y yoguis budistas viajeros, que el movimiento constante
era sagrado. Para ellos, conformarse (quedarse quieto) era caer en manos del demonio.
¡Qué buena reseña! Me lo apunto, que me ha interesado mucho. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
ResponderBorrarMuchas gracias y un abrazo.
Hola, cómo estás, me permito contactarte porque estamos regalando libros a lectores que residan en Colombia, a cambio de una crítica en Babelio. Si te interesa aquí está la lista de libros por los que podrás participar desde el 26 de febrero: es.babelio.com/massecritique.php. ¡Saludos!
ResponderBorrarme encantó su acercamiento al libro está curioso, me encanta la idea de ser errante. Y no lo soy. Gracias, es un temazo.
ResponderBorrarMuchas gracias a ti por pasarte por aquí.
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