Mi tiempo con Santiago Posteguillo...

El filólogo y lingüista español Santiago Posteguillo es uno de los mejores y más queridos escritores de habla hispana en la actualidad. Autor de la Trilogía Africanus, La sangre de los libros y de Yo, Julia, novela ganadora del Premio Plantea, este escritor ha llevado a millones de lectores a interesarse por la historia y a ver en ella un mecanismo para reconocerse a sí mismos.

En su reciente visita a Colombia tuve la oportunidad de hablar un rato con él y aquí les dejo el resultado...




¿Por qué la pasión por estudiar el pasado?

Cuanto más se sepa del pasado, mejor. Conocer lo que fuimos nos ayuda a entender lo que somos. En el libro Mujeres y Poder de Mary Beard, al buscar la raíz del machismo y del sistema patriarcal imperante, ella cita varios textos, uno de los cuales es La Odisea de Homero. El caso particular que explica es el de Penélope, esposa de Ulises, quien un día se dirige a hablar en público y es detenida por su hijo Telemaco con el argumento de que hablar en público es cosa de hombres. Esta era la cotidianidad del mundo griego en el pasado y ha sido la cotidianidad de nuestro mundo, de esto venimos.

¿Quién era Julia Domna?

Julia era mujer muy hermosa, educada, inteligente, hablaba mínimo tres idiomas (latín, griego y arameo), hija de reyes sirios y de carácter decidido: ella tenía claro que se iba a casar con un rey, no menos que eso. El emperador romano Severo conoce a Julia a los 16 años, quien lo desposa con 19 años. Era muy decidida.

Santiago Posteguillo en Bogotá.

Muchas escritoras a lo largo de la historia se vieron obligadas a usar seudónimos para que sus obras pudieran ser publicadas. El que esto ya no se presente  (o no tanto) es solo una de la victorias que se han conseguido en materia de los derechos de la mujer, labor de la que todos deberíamos ser abanderados. ¿En qué punto tomó la decisión de traer a discusión un personaje como Julia Domna?

Yo llevo un progresivo interés en recuperar el personaje femenino a lo largo de la historia. Todo empezó cuando una amiga me dijo un día que Africanus le había gustado mucho y luego llegó un pero de esos que todos sabemos que trae algo malo, y en este caso fue que los personajes femeninos de ese libro no estaban bien construidos. Ahí sentí un enojo no con ella, sino conmigo mismo porque tenía razón. Reflexioné. En mi afán de ser riguroso con la historia desde mi papel de no historiador me até mucho a las fuentes clásicas, las cuales estaban todas escritas por hombres. Es por eso que, en la segunda y tercera novela de Exipión, empecé a buscar más, y si buscas te salen más personajes femeninos y más información sobre ellos. Y el proceso con el resto de mis novelas fue el mismo y conseguí encontrar personajes femeninos principales.

Me parece que hablar del papel de la mujer en la historia es hacer justicia, es algo enriquecedor para la novela. Qué bueno que puedas tener novelas en donde tengas personajes masculinos y femeninos de nivel que puedan interactuar entre ellos. Creo que esto es mucho más entretenido que leer un libro en donde la mayoría de los personajes sean hombres y a las mujeres se les ponga como una especie de relleno, como suele suceder en las películas de Hollywood.


Hablemos un poco del proceso de documentación para la construcción de Yo, Julia.

Fue muy complicado porque en las fuentes clásicas de información, todas escritas por hombres, no hay un solo capítulo titulado Julia, pero si buscas con atención encontrarás información diseminada. Reconstruí a Julia con las citas indirectas de los textos que hablaban de su esposo y de sus hijos, por lo que me costó mucho trabajo.

Otro factor que encontré fue las contradicciones entre las fuentes, por ejemplo, en lo que habla de la promiscuidad de Julia, así que ahí tienes que entrar a examinar y decidir de qué manera te la juegas porque debes construir al personaje.

La importancia de Julia la encontré en la tesis doctoral de la profesora Barbara Levick, la cual es una biografía apasionante que abre diciendo que no concibe la inexistencia de novelas o películas sobre la vida de Julia Domna. Luego de leer la tesis, entendí por qué lo decía.

Te cuento una anécdota curiosa y es que, en una habitación alta, con un escritorio frente a una ventana con vista panorámica de Bogotá, escribí el primer capítulo de Yo, Julia.

Eres un escritor muy juicioso en el trabajo de documentación de tus novelas, pero ¿recuerdas algún detalle o inconsistencia que se te haya pasado?

Pues te diré que un día un estudiante de colegio alzó la mano para hacerme una pregunta. En una novela, no te diré cual, entra un personaje con un caballo de color negro, y al final de la batalla el caballo es de color blanco. El chico me dice que qué quiere decir eso, a lo que le respondo que eso quiere decir que he cometido un error.

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