Reseña: Mi amigo el demonio - Carolyn Jess-Cooke
De vez en cuando (99% de las veces) pasas por las estanterías de una librería y te dejas perder en medio de portadas, de nombres, de editoriales, de marcas, de rostros, de letras, de sinopsis, de tipografías, de precios, de ofertas, de sagas, de líneas, de historias prometidas... Vaya experiencia bonita es ir a comprar (o mirar) libros.
En una de esas ojeadas virtuales por las estanterías electrónicas del mundo 2.0 de Panamericana Librería, me encontré con un pequeño de portada excepcional y gratamente oscura que hace tiempo, en las estanterías físicas de la misma tienda, había tomado mi hombro y me había pedido que lo llevara, cosa que no pude hacer en su momento pues mi capacidad de sostenimiento era nula, pero le prometí que en cuanto mi vida cambiara y todo fuera color de rosa, iría por él. Pues bien, mi vida cambió, y aunque no vivo el final de un cuento de hadas, si es estoy muy feliz con todo lo que está pasando; esos cambios pusieron dinero en mi billetera, y con ese dinero, era hora de cumplir la promesa que había hecho a ese pequeño (gran) compañero que me estaba esperando.
"Mi amigo el demonio" de Carolyn Jess-Cooke llegó a mí luego de eternos meses de anhelo, de incansables jornadas de indecisión, de curiosas quincenas sin saldo, de muchas lecturas pensando en él... Este compañero llego a mi biblioteca para darme una inmensa sorpresa...
El libro nos cuenta la historia de Alex, un niño de 10 años que vive en Belfast con Cindy, su mamá, y con Guau, su perro. Entre las poco animadas jornadas en el colegio, las constantes escenas de locura de su madre y su nada activa vida social, Alex se refugia en Ruen, un demonio que llega a su vida luego de una serie de sucesos que la parten por completo, para convertirse en su fiel y único amigo. La amistad del demonio llega como un remedio para el día a día del niño, hasta que la cara de la moneda da vuelta y las cosas parecen empezar a cambiar y a mostrar un lado totalmente diferente.
Recuerdo que al ver la portada de este libro me imaginé una historia infantil de letras gigantes, en donde un pequeño conocía a un demonio que lo invitaría a tomar té, a ver los colores del arcoiris, a pasear por el país de las maravillas, a comer helado en un concierto de los minions, a descubrir que el mundo tiene solución, convertir su triste existencia en un cuento de hadas y enseñarle que no hay que juzgar un libro por su portada. Pero la vaina era totalmente diferente, pues al abrirlo, me llevé una sorpresa de dimensiones mayúsculas.
"Mi amigo el demonio" no es un libro para niños, no tiene un tamaño de letra exagerado ni está repleto de dibujos para hacer que los más pequeños se animen a leer. La literatura infantil no es el espacio para Alex y para Ruen.
Tomada de: http://www.gla.ac.uk/ |
Pero no todo es negro en esta obra. La vida de Alex tiene momentos de lucidez y una que otra sonrisa, que resultan refrescantes en la construcción de una historia que te conecta manera tal, que pasé muchos días pensando en todo lo que iba conociendo de ella y en como acabaría.
Alex no es el único interlocutor, pues en esa tarea lo acompañan su madre, una mujer devastada y repleta de amor pero sin la fórmula exacta para darlo; Anya, la psiquiatra del pequeño quien terminará metida de lleno en el mundo que el ingenioso y polifacético Ruen construye; el mismísimo demonio, Ruen, quien entre sus mil transformaciones nos pone un espejo en el rostro para que reconozcamos las mil caras que podemos usar dependiendo del momento en que estemos; o la adorable tía Bev, una mujer, una madre y una amiga inmejorable. Cada uno de estos personajes dan una fuerza abrumadora a esta historia que con el pasar de los capítulos fue sumergiéndome en un océano profundo, sombrío y sin mayor salva vidas que mi propia voluntad.
A medida que Ruen hace de las suyas y la existencia de todos se planta en una oscuridad implacable, pude deleitarme con un tramo final inesperado, agradable, muy bien escrito y en línea con todo lo que desde la primera línea me había ofrecido el libro. Es asombrosa la fuerza con que "Mi amigo el demonio" tocó fibras, me movió la vida y replanteó muchas cosas en mí.
Esta es una de esas historias que te reta, te obliga, te intimida y que te exige; no maneja una prosa plana pero tampoco demasiado elaborada, aunque puede tornarse pesada y llegar a cansar (y exasperar por momentos); pero si eres paciente, le tomas la cuerda a todo y soportas la cantidad de cosas que el libro tiene para ofrecerte, de seguro te llevarás, como yo, una sorpresa increíble, una lectura para la eternidad y unas cuantas lecciones de vida que dan un sentido acertado a lo que Alex, Ruen y Anya tienen para contarnos.
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