Reseña: El sol de los venados - Gloria Cecilia Díaz

«El sol de los venados» es una de las novelas más reconocidas de la escritora colombiana Gloria Cecilia Díaz, la cual le mereció el segundo premio del concurso El Barco de Vapor, uno de los más prestigiosos en literatura infantil y juvenil. Recomendada a partir de los 9 años.

Aquí conocemos a María Juanita, o Jana como todos la llaman, una niña curiosa, sensible y muy inteligente. Ella vive en una casa sencilla con su mamá, su papá, su abuela, sus dos hermanas y sus tres hermanos en un pueblo en las montañas de Colombia. 

Poco a poco nos va contando cómo es su día a día, las tardes de juegos con sus vecinos y hermanos, lo mucho que odia las clases de matemáticas y ama las de español, las películas que le cuenta su madre, las conversaciones con su amigo Ismael, los oficios que tiene que hacer en la casa, las discusiones entre su abuela y su papá, las risas compartidas con su hermana Tatá y el amor que, dentro de un ambiente en ocasiones demasiado complejo, abraza su hogar. Ah, y por supuesto, los bellos atardeceres en los que el cielo se pinta de rojo y a los que su mamá llama el sol de los venados.

La cotidianidad de Jana nos permite conversar sobre los miedos y algunas preguntas recurrentes en la infancia. Ella le teme a lo desconocido, a ser castigada por no seguir las normas, a perder a sus seres queridos y a sentirse sola. A su vez, la inquieta el que los mayores no la comprendan, que subestimen sus dudas e intenten ocultarle cosas. "Papá nos pegó injustamente y no nos pidió perdón. ¿Por qué no nos pidió perdón? Me di cuenta de que siempre son los niños los que deben pedirles perdón a los mayores, pero al revés, no. ¿Por qué?", se pregunta Jana, quien por más pequeña que sea, también tiene sus problemas y tragedias.

Lo anterior se condensa en una visión del paso de la infancia a la juventud, de cómo las tristezas y los miedos forman parte de ese crecer inevitable del que los niños no paran de escuchar, una fase en donde es clave que las emociones se exterioricen, que se hable de ellas, que se vivan con todos sus matices.

Gran parte de la vida de Jana transcurre en el colegio, y es maravillosa la mirada crítica que le da la autora a través de esto a la educación tradicional y a la figura del docente en la formación de sus alumnos y en la conexión que crean con el conocimiento. "Bueno, las maestras quieren siempre a los mejores alumnos; a los malos, les gritan y a veces hasta les pegan. Qué culpa tienen los pobres de no ser tan inteligentes como Tatá. Además, hay muchos que no son aplicados porque no comen bien: solo toman agua de panela por la mañana y, a veces, cuando estamos en la fila, se desmayan", piensa nuestra protagonista.

A partir de lo anterior, la novela se convierte en un reflejo de problemáticas sociales como la violencia, el hambre, la desigualdad, el clasismo y la pobreza. Jana se lamenta en muchos momentos porque su mamá no tiene tiempo para descansar, porque su papá vive enojado por no poder cubrir los gastos de la casa o porque sabe que ir al mar en vacaciones es un imposible. A su vez, se expone un sistema al que poco le importan los más necesitados, en donde los que quieren un cambio positivo son castigados y la indiferencia es lo que brilla.

La de Jana también es la historia de su familia, una que fácilmente podría ser la nuestra. La autora explora este grupo de personas, el núcleo de la sociedad, desde sus alegrías, temores, compromisos, desacuerdos y desde las relaciones que se construyen entre sus miembros; una familia de silencios que dicen mucho, de frustraciones, imperfecta, pero en la que nunca faltan el cariño y la complicidad.

Hay personajes increíbles en esta obra, pero quiero hablar de cuatro en particular. La primera es la madre, pilar del hogar, imagen de amor y resistencia inquebrantable y quien trata de hacer la vida más llevadera para sus hijos en todo momento. El otro es Ismael, un joven de 12 años, el mejor amigo de Jana y con quien comparten el amor por los libros, un componente esencial en esta historia. La literatura hace presencia como compañía, refugio y como puerta a un mundo más allá de lo evidente.

El siguiente es el padre, un hombre autoritario y severo que fue educado desde el miedo y el machismo, y quien no ha encontrado otra manera de criar a sus hijos, como se ve en la siguiente cita: "Papá les dice a Coqui y al Negro que los hombres no deben llorar, que eso es de mujeres. Ismael no le cree; piensa que, si los hombres tienen derecho a reír, también tienen derecho a llorar". 

La última es la abuela, una persona tierna y protectora que simboliza a tantas soñadoras que tuvieron que resignarse a "hacer lo que les tocaba hacer a las mujeres", que era estar en el hogar. "La abuelita estaba desesperada. Ella, tan habladora, no decía ni pío. Creo que es eso lo que los adultos llaman 'soledad': cuando uno siente, aunque sea por un momentito, que nadie, nadie lo quiere. Cuando uno mete la pata y todo el mundo lo regaña, así como cuando no sé hacer los problemas de Matemáticas y la profesora me riñe y me trata de bruta", comenta Jana en una de mis escenas favoritas.

Y en todo lo que he mencionado hay una franqueza absoluta, un respeto permanente hacia los niños y niñas que leerán la historia y la promesa de mostrarles el mundo que los rodea tal cual es. En este relato en donde la inocencia es quebrada por la realidad, la carga emocional lo es todo. La novela está llena de momentos y descripciones fuertes y dolorosas, que impactan, pero también de otros que reconfortan y esperanzan. 

Más allá de todo lo mencionado, este es un relato alegre, lleno de imágenes bellísimas, abrazos, juegos, travesuras, risas y amigos. Tal como la vida real. Además, se siente Colombia en cada conversación, en cada dicho, en las costumbres de los habitantes del pueblo, en las habladurías, en las mecedoras, los paseos de olla, los sancochos y en cada esquina bañada por la luz roja del atardecer.

«El sol de los venados» es una mirada honesta y profundamente hermosa a las complejidades de la niñez, la vida en familia y las emociones. Un relato conmovedor y cargado de ternura sobre la memoria de los objetos, la importancia de las historias y el amor como un motor necesario. Un instrumento para hablar de la pérdida y el duelo. Una de mis lecturas favoritas del año. Preparen pañuelos.

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