“Si mi cuerpo es mío, ¿por qué no voy a poder hacer con él lo que me dé la gana?”. Una entrevista con Megan Maxwell
Sus amigas fueron las que la animaron a buscar una editorial para que publicara las novelas que tenía escritas y mantenía disponibles solo para ellas. Decidió inscribirse a un curso de escritura creativa para seguir formándose en lo que la apasionaba, y allí alguien que la escuchó y la leyó supo que Megan Maxwell tenía ese fuego que se necesita para conectar, para hacer que las historias calen, para trascender a través de lo que se narra. Hoy, con más de cincuenta libros publicados y más de cinco millones de ejemplares vendidos, esta española ha hecho de la escritura su vida y su oficio. No termina una historia cuando ya está escribiendo la siguiente y pensando en la que vendrá. No la abruma este ritmo, porque es feliz haciendo lo que hace, y sabe que sus lectores siempre están esperando algo nuevo de ella.
«Niyomismalosé»
fue publicada hace más de una década y ahora llega con una nueva edición. ¿Cómo
crees que las lectoras más jóvenes, chicas de 16 y 17 años, van a recibir la
historia de Nora?
Pues yo
pienso que lo que se van a encontrar les va a gustar, porque a lo mejor va a
ser algo un poco diferente a lo que ha leído en otras novelas de románticas
contemporáneas. Se van a dar cuenta de que todos tenemos segundas oportunidades,
que podemos terminar una relación y sentir que no queremos más, pero que a
veces la vida nos pone delante a una persona, la que menos esperamos, y
volvemos a enamorarnos locamente. Por ejemplo, Nora tuvo un matrimonio fallido
con un marido de muchos años, quien la dejó por una mujer más joven. Ella se
sentía mayor, vieja, y pensó que nunca iba a fijarse en nadie más, mucho menos
en un hombre menor. Y de repente se enamora de un chico más joven que ella, algo
que no entraba en sus planes, pero es que cuando te enamoras te enamoras, los
sentimientos son los sentimientos. Entonces, yo creo que este libro va a hacer
que muchas personas se den cuenta de que no podemos decir que no vamos a hacer
o vivir algo, porque nunca sabemos por dónde nos va a llevar la vida.
Ese es
uno de los grandes estereotipos o prejuicios que rompes con tus libros. A
través de la escritura, ¿cuál crees que ha sido el estereotipo más grande que
has logrado quebrar en lo que eras?
Han sido
varios, pero quizá el mayor ha sido el tema sexual, el poder elegir lo que nos
gusta y lo que no. Me imagino que en Colombia, al igual que en España, cuando
nos juntamos las amigas, todas hablamos de sexo. Antes lo hacíamos hasta cierto
punto, pero hoy en día ese límite ha quedado atrás. Somos capaces de decir lo
que nos satisface, de proponer. Hace unos años, el que una mujer propusiera
algo referente al sexo a su pareja venía con preguntas y juicios implícitos
contra ella, pero si era el hombre el que proponía, se daba por hecho de que
así debía ser.
Con mis
novelas siempre he querido que las mujeres se empoderen y que se atrevan a ser
activas en sus relaciones sexuales.
¿Por qué
el cuerpo, el deseo y el sexo, siendo puntos tan naturales dentro de la vida,
siguen siendo satanizados? Incluso, el amor también entraría en esa caja.
Creo que
hay una doble moral enorme en nuestra sociedad. Algunas veces te desnudas
frente a otras personas, les cuentas tus cosas más profundas, y ellas te
sonríen y te hacen sentir cómoda, pero te das la vuelta y hablan de ti y te
juzgan.
Estos temas
deberían ser considerados tan normales como comer o ir al baño, porque son
necesidades humanas. Además, el sexo es para divertirse, es un juego de adultos
consentido por ambas partes, entonces no puedo entender por qué sigue siendo
visto como algo que deba esconderse, que deba evitarse.
Ahora, el
tema con el cuerpo es otro universo. Si una mujer quiere llevar un escote, es
porque le apetece llevarlo, no es una invitación a absolutamente nada, no es
por querer ir provocando a nadie.
Siempre
habrá gente muy cortita de mente al respecto, pero algo curioso que suele pasar
es que quienes la mayoría de las veces son los que más juzgan, terminan
haciendo en privado todo lo que critican y condenan. Construyen un parapeto de
vida “perfecta” y aceptada socialmente, pero en realidad son otras personas.
Ya son
más de 50 libros en tu obra. ¿Qué ha cambiado como persona y como escritora en
este camino?
He
aprendido mucho. Desde que empecé a publicar libros, desde que empecé a buscar
y a crear esas mujeres empoderadas que los protagonizan, me he ido haciendo más
fuerte, yo misma me he ido empoderando. Muchas veces no me he sentido capaz de
hacer algunas cosas, pero luego me he dado cuenta de que sí lo soy, de que
simplemente me lo tengo que proponer y, sobre todo, creer en mí.
Otra cosa
que ha cambiado es que durante buen tiempo dejé que otros dirigieran mi vida,
pero un día tomé la decisión de que tenía que ser yo quien asumiera esa tarea.
Eso es algo que trato de transmitir a las mujeres que me leen, que sí es
posible tomar las riendas de sus vidas, que pueden tener parejas maravillosas,
pero que nunca pueden olvidarse de ellas mismas.
Primeras imágenes de la adaptación cinematográfica de Pídeme lo que quieras
Algo muy
poderoso es que, cuando me miro al espejo hoy en día, veo realmente a la
persona que soy, me reconozco, pero durante años no fue así. Me he perdido y me
he vuelto a encontrar en el camino, y seguro habrá momentos en que vuelva a
sentirme perdida, pero de eso de trata, de saber volver a encontrar el rumbo
que quieres andar.
¿Cómo
mantienes el espíritu creativo fuerte y la imaginación andando para seguir
construyendo historias, luego de haberle dado tantas a tus lectores?
Yo pienso
que son las ganas inagotables que tengo de seguir narrando. En el mundo hay
miles de millones de historias. Cada una tiene sus particularidades y sus
detalles que las hacen únicas. Veo historias de amor entre dos hombres, dos
mujeres, un hombre y una mujer, y tienen cosas parecidas, pero también otras
que las diferencian. Además, tengo a mis guerreras, mis lectoras, quienes me
cuentan sus vivencias, con lo bonito, lo feo, lo triste y lo alegre. Todo eso
me sirve de insumo para escribir.
Hay quienes
me dicen que mis novelas se parecen, que siempre tienen a una mujer empoderada,
que siempre hay amor en ellas, pero ¿sabes? Las escribo porque sé que hay
alguien que las necesita, porque con ellas hay mujeres que encuentran fuerza. Y
bueno, no solo mujeres, porque también tengo muchos hombres que me leen, más de
los que puedas imaginar, pero el machismo les ha hecho pensar que no pueden
permitirse sentir, que no pueden enamorarse, que no pueden ser sensibles. Dejémonos
de tonterías, porque los hombres lloran como lo hacemos las mujeres, sienten
como sentimos las mujeres.
¿Tu mamá
y tu hija te han dicho cuál de tus libros es su favorito?
Es el mismo
para ambas: «Hola, ¿te acuerdas de mí». Es el que le escribí a mi madre, en el
que conté parte de su historia con mi padre y le di un final de película que no
ocurrió, pero que está allí en las páginas. Es un libro muy diferente a «Pídeme
lo que quieras», que es mi novela más vendida, pero ¿sabes? Esta también le
gustó mucho a mi madre. De hecho, me dijo que si fuera más joven pondría en
práctica muchas de las cosas que están ahí (sonríe). En este libro, los
protagonistas van a clubes swinger, y me parece absurdo que se juzgue a quienes
asisten a estos lugares, porque si quieres ir con tu pareja o sola, no estás
haciendo nada malo. Si mi cuerpo es mío, ¿por qué no voy a poder hacer con él
lo que me dé la gana? Si quiero ir a uno de estos clubes a disfrutar con un
hombre, con una mujer, o con quien se me antoje, ¿por qué no voy a poder
hacerlo? Nadie tendría por qué reprocharme algo. Pero vivimos en una sociedad
conservadora y de doble moral, que nos vive diciendo que tenemos que hacer y
vivir las cosas de una sola manera. Y algo que me asusta de esto es que, aunque
se dice que vivimos en la modernidad y que cada vez luchamos más por nuestros
derechos, es muy notoria una vertiente social que muestra que esto no es tan
así, que estamos perdiendo libertades ganadas y que estamos abriendo de nuevo
el paso a comportamientos que nos oprimen y nos limitan. Es algo muy
preocupante.
Obras
como la tuya son ejemplo de que la literatura tiene el poder de unirnos, de
conectarnos. Tus lectoras, las guerreras, han pasado de hablar de tus historias
a volverse amigas, a reunirse para compartir y liberarse de todas las ataduras
que el día a día les impone. Acompañarse de otras mujeres les ha permitido ser
de maneras muy diferentes a las que estaban habituadas. Para ti, ¿qué ha
significado rodearte de mujeres como tu mamá, tu hija y tus amigas? ¿En qué ha
contribuido esa hermandad a la Megan Maxwell que eres hoy?
En muchísimo.
No es lo mismo estar sola que saber que alguien está ahí para ti. Ellas son una
seguridad en mi vida. Si necesito algo, sé que ellas estarán ahí, que pueden
venir a apoyarme, que puedo preguntarles cuando tenga alguna duda. Ellas son
mis personas ancla, esas que me mantienen firme, y deseo que todo mundo tenga
unas así. Tener una amistad entre mujeres es saber que hay alguien que te
entiende, que vive situaciones similares a las tuyas y las afronta con la misma
sensibilidad.
Haberme
criado con una madre como la que tengo, y haber tenido a una hija como la que
tengo, ha sido una completa fortuna, porque no las escogí, ellas ya estaban
ahí, y son maravillosas. Y también he tenido la fortuna de elegir una familia
estupenda: mis amigas. Ellas me han permitido abrirme y ser quien soy. La
familia que encuentras a través de los años es algo trascendental para toda
persona.
Solemos
recriminarnos muchas cosas, pero también es importante darnos las gracias. ¿Cuál
es el mayor agradecimiento que tienes para contigo?
La fuerza
que siempre me he dado. Por circunstancias de la vida, he tenido momentos en
los que me he sentido muy sola o en los que estuve rodeada de personas que no
me hacía bien, pero ¿sabes? Siempre me he tenido a mí mismo diciéndome “tú
puedes”. Aunque la gente pensara que era algo absurdo, algo arriesgado o
una locura, siempre estuve ahí para animarme. Me agradezco por haber sido una
tía positiva. Si pudiera volver al pasado y hablar con la Megan de ese tiempo,
le diría que siga haciendo las cosas como las está haciendo, que se va a equivocar,
pero que de las equivocaciones se aprende, y aprendiendo es como se crece.
Si tu
vida fuera una película, ¿de qué género sería?
Yo creo que
una comedia romántica. He tenido mis momentos malos como los tienen todos, pero
también mis momentos divertidos. Puede que ahora no tenga un romance, pero
estas historias no se tratan solo de eso, sino de las relaciones con tus
amigos, con tus hijos, con tus vecinos. Del amor en todas sus formas.
Cuando
tus regalías empezaron a tener más ceros a la izquierda y te planteaste poder
vivir de la escritura, ¿qué fue lo primero que compraste?
Una casa
para mi madre. Siempre me dije que, el día en que empezara a ganar mucho
dinero, iba a comprarle una casa a ella, y creo que ha sido una de las cosas
más especiales que he hecho en mi vida, porque era algo que pensé que jamás
sucedería. Creo que fue uno de los días más especiales de mi vida, junto cuando
nacieron mis hijos.
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