Reseña: El día en que la muerte se convirtió en colibrí - María Fernanda Carvajal
Hay lecturas que nos marcan, que trastocan nuestra mente cada vez que las recordamos. La literatura tiene el poder de transformarnos y de alterar nuestra quietud, de convertirnos en ese otro al que estamos leyendo y de traspasar las líneas de la realidad para encontrarnos en territorios que no son el nuestro.
Desde que leí El día en que la muerte se convirtió en
colibrí, el primer libro de la escritora colombiana María Fernanda
Carvajal, se convirtió en una respuesta segura cuando me piden una lectura recomendada
y cada vez que lo traigo a conversación se me erizan los bellos de todo el
cuerpo al ver la imagen de dos hermanas jugando cerca de la alberca de su casa sin
imaginar que el mundo está por tocar a su puerta para aplastarlas sin más.
Esta obra, la cual fue tesis meritoria en la carrera de Creación Literaria que estudió la autora, reúne las historias de ocho mujeres que fácilmente pueden ser el reflejo de alguna de las situaciones de violencia que viven millones más en todo el planeta. Conocemos una parte importante de la realidad de Sofía, Mariana, Amelia, Elisa, Sonia, Antonia, Paula y Camila. Visitamos sus habitaciones, sus rincones, sus miedos y, desafortunadamente, vemos en ellas lo que alguien a nuestro alrededor puede estar viviendo.
Este libro cuenta historias de mujeres víctimas de la
violencia y el abuso, mujeres que son abandonadas y olvidadas, mujeres a las
que la sociedad les dice que no lo son y mujeres que deben soportar los
estereotipos que otros han puesto sobre sus hombros. También se habla de
depresión, de maternidad, de la muerte, del duelo, el aborto y seguro de otras
cosas que se me escapan en este momento.
Hay poder y una honestidad brutal en la narrativa de la autora. Su capacidad para transmitir y conectar, para hacerte vivir lo que está contando, se presenta con una sinceridad y una valentía tal que no hay manera alguna de que la vida no duela con cada relato, con cada foto que se expone de la realidad que ellas viven. El ejercicio que se hace desde la ficción, partiendo de los retazos que la escritora toma de la experiencia de sus congéneres, es una vaina descarnada y desgarradora.
Leer estos relatos es encontrarse con una voz que cuestiona
el mundo que le tocó vivir, que no teme poner sobre la mesa la vida tal y como
pasa, con sus injusticias y su crueldad. Se revela una estela de terror en lo
cotidiano cuya normalización a través del tiempo apenas se comienza a
cuestionar gracias a que ellas han tomado voz, han decidido narrar sus cuerpos bajo
sus reglas y han asumido una postura admirable de cara al futuro, de cara a la
construcción de una sociedad más igualitaria.
Para complementar lo rico que ya es el texto y las imágenes que logra crear por sí solo, al final de cada historia hay un retrato ilustrado de la protagonista de turno que refleja la melancolía y la nostalgia que permea el relato correspondiente.
Da un gusto tremendo encontrarse con obras que incomoden y
confronten como lo hace esta. Queda uno con ganas de leer mucho más de la
escritora, de toparse con una manera tan bella y poética de narrar la tragedia
en la que el machismo y el sistema heteropatriarcal han sumido a las mujeres,
una tragedia que debe desmontarse cuanto antes.
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