Reseña: ¡Chao, clóset! - Sebastian Santafe

El clóset es un territorio de calma y seguridad. Cuando el mundo y la gente son hostiles, allí hay un refugio para recobrar energía, pensar y volver al ruedo. Porque ser queer en una sociedad heteronormativa es asfixiante. Porque existir en un entorno que te ha empujado a creer que está mal ser como eres y que deberías olvidarte de lo que deseas solo por encajar, te rompe constantemente. Y necesitamos un respiro. Y ocultarnos parece la solución.

Así como muestra Sebastian Santafe Ayala en su novela gráfica ¡Chao, clóset!, publicada bajo el sello Planeta Cómic, no ser como es la mayoría te llena de miedos. Cuando te enseñan que solo hay una forma de hacer las cosas, las inseguridades te carcomen. Pero ahí también puede nacer una revolución: cuando aún con los miedos y las inseguridades eliges vivir bajo tus reglas y no bajo las de otres, empieza una celebración sabrosa, marica, transgresora e inspiradora, así como lo es esta obra de pasadas 130 páginas.

El mismo Sebastián, pero en versión ilustrada, es el protagonista de este testimonio que nos invita a acompañarle en gran parte de su vida, en los días jugando a las escondidas en la casa de su tía en donde debe resguardarse por primera vez en un clóset y en otros en los que se niega a aceptar que le gustan los chicos y no las chicas. Este es un relato valiente y necesario para que otras personas tengan un abrazo que las acompañe en sus caminos de reconocimiento, en la toma de la decisión de salir o no del clóset y en andar esta vida como se les dé la gana.

Mientras la historia avanza y Sebastián viaja, desea, ama, sufre y se cuestiona, también nos regala a una figura empática e irreverente que es como ese amigue que nos apoya sin condiciones, que siempre tiene una palabra de aliento para entregarnos y, a pesar de todo, se mantiene como uno de esos lugares seguros que todes deberíamos tratar de ser para quienes nos rodean. Este personaje es un gato de color fucsia que se convierte en la voz de la conciencia de Sebastián, en ese grito interior que te pide ser tú, que te implora no abandonarte por el qué dirán, aunque a veces sea difícil escucharlo.

Hay algo poderosamente importante de este proyecto y es que se suma a la ola de propuestas, contenidos e iniciativas que dejan una huella de representación. Encontrarse en experiencias de otres y verse reflejade en quienes ya atravesaron lo que estamos por enfrentar resulta trascendental, pues permite que nos entendamos y que los demás nos entiendan, al tiempo que rompe prejuicios y quiebra estereotipos. Habrá gente que siga resistiendo, que continúe juzgando nuestra existencia y creyendo que somos ciudadanes de segunda. Sin embargo, libros como este son herramientas para hacer que la tarea sea un poco más fácil y que sigamos avanzando.

Así como la representación de la población LGBTIQA+ constituye una muestra de los avances que estamos logrando en materia de reconocimiento, la normalización del uso del lenguaje inclusivo también lo es, y destacó que este libro apueste por ello, por ser incluyente y no olvidar que hay quienes nunca se han visto reflejades en nada y han tenido que aceptar lo que la mayoría les ha impuesto. Seguramente algunes se sentirán incómodes por esto y dirán que es un irrespeto al lenguaje y un montón de cosas más, pero incomodando y alzando la voz es la única manera de avanzar, de cambiar lo establecido y seguir abriendo puertas hacia una sociedad más respetuosa de la diferencia y más segura y sana para todes.

Libros tiernos, rosados y brillantes como este me hacen muy feliz. Ojalá esta historia llegue a manos de personas LGBTIQA+, a sus padres y sus madres, a sus familias, a sus amigues y también a quienes no lo son, porque narraciones como estas, experiencias de oscuridad y luz como las que expone Sebastián en esta especie de autobiografía, son en sí mismas un manifiesto y una oportunidad para que todo deje de ser tan heavy, una línea para construir algo distinto: un motivo más para celebrar TODAS las existencias.



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