Reseña: Historia de una vieja geisha - Kanoko Okamoto

Hablar de Kanoko Okamoto es narrar otro capítulo más en el que una mujer vio sus letras silenciadas. No es mucha la información disponible sobre ella, aunque su carrera recorre la poesía, el ensayo (enfocado en sus investigaciones sobre el budismo) y la novela.

Nacida en 1889, muere a los 49 años. Una vida marcada por el feminismo, la academia, el aprendizaje conjunto con grandes figuras literarias de su época y una trágica realidad familiar. Y es precisamente en el feminismo en donde podríamos anclar algunos detalles de Historia de una vieja geisha, publicada recientemente por la editorial colombiana Tanuki, con traducción al español de Shigeko Suzuki.

Este texto presenta a Kosono, una geisha respetada, curiosa y próspera que ha logrado construir su vida bajo sus propias reglas, aunque siempre con una pena punzante por la envidia que le genera la cotidianidad de las mujeres “normales”, que tienen un marido, unos hijos y una existencia dedicada al hogar. Hasta que un día conoce a Yuki, un joven que llega a ayudarle con arreglos en su casa, y ese encuentro se convierte en un punto de inflexión para la vida de ambos.

Adicionalmente, esta edición incluye La grulla decae, uno de los trabajos más destacados de la autora, en donde narra, a modo de diario o relato autobiográfico, su encuentro con el también escritor Ryūnosuke Akutagawa, considerado el padre del cuento japones, y quien se suicidó a sus 35 años. Como dato extra, Yasunari Kawabata fue muy importante en la publicación de esta historia.

Retrato de Kanoko Okamoto

Hay algo particular en ambas obras y es la notoria habilidad en el uso del lenguaje por parte de la autora, la necesidad de reflejar la soledad y la melancolía de una sociedad desigual y poco atenta al otro, y una belleza profunda en las mujeres que las protagonizan.

La autora contempla a sus personajes y al ser humano por intermedio de ellos; explora sus secretos, temores y motivaciones, así como su naturaleza indescifrable, la imposibilidad de predecir sus acciones. Nadie nos conoce. Ni siquiera nosotros somos capaces de entendernos completamente. Somos un espectro lleno de matices y zonas ocultas. Somos los recuerdos y las experiencias, pero también las cicatrices y el olvido.

“Sin embargo, aunque una persona viaje a través de unos paisajes maravillosos, si el camino es duro y abrupto, en esos momentos solo percibe soledad y melancolía; es con el paso del tiempo cuando ocurre justo lo contrario, y la melancolía resulta ser la sombra para rescatar del recuerdo paisajes maravillosos”. 

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