Reseña: La comunidad - Helene Flood

Las apariencias engañan. No todo lo que brilla es oro. Estoy seguro de que han escuchado estas frases más de una vez en sus vidas. Son verdades a gritos. Detrás de un rostro en calma puede vivirse una tragedia enorme. El mayor de los conflictos puede desencadenarse dentro de cuatro paredes con una bella fachada. En un espacio puro e inmaculado, la mancha más pequeña puede quebrarlo todo.

Y eso es lo que ocurre en Kastanjesvingen, un vecindario alejado del caos de la ciudad, un lugar tranquilo y silencioso en el que los días parecen más fáciles y llevaderos. Allí vive Rikke junto a su esposo Asmund y sus dos hijos, quienes se mudaron a un espacioso complejo de cuatro pisos en la zona para lograr vivir apaciblemente. Sin embargo, la realidad se trastoca cuando el cadáver de Jørgen, uno de los vecinos, es encontrado en su propio departamento. Las señales apuntan a que no se trató de un suicidio, sino de un asesinato. ¿Quién pudo haber cometido el crimen? ¿Alguno de los vecinos tendría motivos para hacer algo así? ¿Rikke sabe lo suficiente de las personas que viven cerca? ¿Conoce realmente a su familia? ¿Puede confiar incluso en ella misma? Estos interrogantes tejen el misterio bajo el que Helene Flood, autora del bestseller La psicóloga, llega con La comunidad, su nueva novela.

Si buscan un libro lleno de acción, policías y sangre, están en el lugar equivocado. La propuesta de esta escritora noruega va por terrenos totalmente contrarios. Todo es más frío, calmo y detallista, incluso podría decirse que más lento. La autora te da información y pistas a cuentagotas. Todo se cocina a fuego lento.

Lo anterior parte desde el ejercicio que como lectores hacemos junto a Rikke, la protagonista y narradora de la historia, una mujer que oculta algo y empieza a notar que no es la única, que quienes viven a su alrededor también guardan secretos y parecen no ser tal como ella los imaginaba. Paso a paso vamos conociéndola, siendo el auditorio de sus monólogos, descubriendo sus verdades y motivaciones, así como las de sus vecinos… O quizá no. Tal vez solo estemos leyendo una versión y no la realidad en su integralidad. “Todos representamos un papel”, dice la propia escritora.

Estamos ante un domestic noir a rajatabla, una novela que abraza la cotidianidad y juega con las relaciones interpersonales para hacerlas el detonante de un misterio en el que las mentes de los personajes y la del lector se pasearán de un lado a otro ante cada dato, ante cada revelación.

Parte del éxito de thrillers psicológicos como La comunidad está en la capacidad de identificación que tienen quienes los leen con lo que ocurre en ellos. Y en este en particular el oficio de psicóloga de la autora se siente en demasía y brilla agradecidamente. Este es un libro muy humano, que habla sobre lo incoherentes e impredecibles que somos, sobre nuestra búsqueda de justificar lo injustificable, y la manía que tenemos de decir una cosa y hacer otra: predicar y no aplicar. Asimismo, la historia trata temas como la culpa, la vergüenza, la insatisfacción, el perdón, la redención, la confianza y los límites que somos capaces de atravesar sin siquiera saber cómo llegamos a hacerlo.

Hubo una cita en la obra que me gustó muchísimo y que complementa a la perfección varios puntos de la idea anterior. Aquí se las dejo:

“El miedo. El dinero. El honor. Te sorprendería de lo que es capaz la gente. Gente como tú o como yo. O como el amable vecino con quien te sueles parar a charlar un rato… La gente suele decir: Fulanito sería incapaz de matar una mosca, pero yo te digo que, con la debida motivación y si se presenta la ocasión, todos nosotros seríamos capaces de matar. Si alguien te amenaza con quitarle la vida a tus hijos, ¿no lo matarías? Es reconfortante pensar que la criminalidad solo incumbe a unos pocos, a los que vivimos en tal o cual barrio, a los toxicómanos que roban para drogarse y que se pasan la vida con otros adictos y ladrones. Aquellos a quienes persigue o debería perseguir la policía. Y que todos los demás estamos a salvo. Pero yo he dejado de verlo así. Si algo he aprendido, es eso”.

Foto de Josep Lago, para La Vanguardia

Algo a prestar mucha atención dentro de la narración es el lugar protagónico que asumen los espacios, especialmente el hogar. Las estructuras protegen, detrás de ellas podemos ser lo que queramos, pero también ellas mismas nos exponen. Conversaciones que alguien escucha al otro lado de la pared, pasos en las escaleras que nos dejan en evidencia. Directa o indirectamente, todo tiene algo por decir.

Y no puede cerrar sin comentar la inclusión del maltrato animal como un elemento dentro de la novela, como una forma de estudiar a los diferentes personajes que se pasean por la historia y una especie de denuncia hacia un espectro de la violencia que se normaliza y ante el que solemos actuar de manera hipócrita. El mundo cambia y es vital conversar sobre ciertas cosas, y en ello la literatura puede jugar un rol muy importante.

La comunidad es un libro que tarda en arrancar, que va a su propio ritmo y se hace adictivo sin que lo notemos. Una lectura rápida, profunda y entretenida sobre las emociones, nuestros temores y debilidades, así como los secretos y alcances más insospechados. Una novela inteligente, sosegada y con un final que me sorprendió, enojó y dejó un muy buen sabor. Nadie es lo que parece. Ni siquiera nosotros.

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