Reseña: Almendra - Won-Pyung Sohn

Nos ponen una maleta y un uniforme, y nos llevan a un lugar en el que más como nosotros empiezan a entender lo que es caminar solos. Vamos al colegio con la promesa de aprender, socializar, divertirnos y entender el mundo en el que estamos. Allí jugamos, conocemos las vocales y los números, cantamos y vamos dándole forma a lo que viene. Pero muchas veces es ese lugar en el que las diferencias que antes no importaban empiezan a pesar y nos llenamos de inseguridades. Muchas veces es en ese espacio en donde los prejuicios, la soledad y la tristeza comienzan a hacer mella en los somos.

Yunjae tiene 16 años, vive con su madre y su abuela, y sufre de alexitimia, que es la incapacidad de expresar los sentimientos y emociones: él no percibe el miedo, el amor, la felicidad o la tristeza, por ejemplo. Esta situación hace que tenga problemas en su vida diaria, especialmente en el colegio, pues sus compañeros piensan que es raro e insensible, e incluso le dicen psicópata, razón por la que lo ignoran o lo hacen objeto de sus burlas.

Como medida a lo que ocurre, su mamá y su abuela tratan de enseñarle a identificar las emociones de los demás y fingir estados de ánimo ante diversas situaciones para así poder encajar y ceñirse a lo que socialmente se considera como “normal”. Y todo empieza a ir mejor, hasta que ambas son víctimas de un delincuente, dejando a Yunjae enfrentando solo a la realidad.

Esta es la premisa de Almendra, novela de la escritora y directora de cine coreana Won-Pyung Sohn, su mayor éxito comercial hasta el momento y ganadora del Premio Changbi de Literatura Juvenil, y primera obra por fuera de la ciencia ficción. Del inglés al español fue traducida por José Manuel Moreno Cidoncha para la edición de Océano Gran Travesía.

 

ADVERTENCIA: Contiene escenas violentas y de maltrato animal

 

Hay algo que destaca especialmente en este libro y es el hecho de que su protagonista no siente nada, pero la narración lleva a quien lo lee a sentirlo todo. La lectura te empuja a la rabia, la tristeza, la esperanza, el cariño y un montón de emociones más que página a página despiertan. Este ejercicio es demasiado interesante porque te convierte en el receptor de todo lo que vive el protagonista, de las cosas que a él no lo tocan debido a su padecimiento y que te golpean de primera mano por se cuenta en primera persona.

Pero a la historia que propone la autora puede dársele una interpretación más amplia, pues también a quienes son callados, tímidos o introvertidos se les dice raros y se les excluye. Sin embargo, ellos si pueden sentir y experimentar lo que deviene de esa violencia.

La autora también aborda una realidad preocupante y recurrente: los “estudiantes problema”, esos chicos que se no hacen sus trabajos, que son groseros y no se comportan como se esperaría que lo hicieran. Esos que en la mayoría de los casos no tienen a alguien que se preocupe por ellos y se pregunte qué está llevándolos a comportarse de eso modo, cuál es su situación en el hogar o que problemas puede estar enfrentando en silencio. Esos que necesitan más ayuda que nadie.

Y es poniéndonos en los zapatos de los diferentes personajes cuando la novela brilla a su máximo, porque nos invita a reflexionar sobre las dañinas dinámicas sociales que perpetuamos y la necesidad urgente de apostar por la empatía y la otredad, de medir el impacto de nuestras palabras y acciones, de entender que los demás tienen una realidad distinta a la nuestra.

A propósito de esto último, me permito citar las siguientes palabras de Yunjae:

“La gente volvía la cabeza no solo ante las desgracias que ocurrían lejos porque no había nada que se pudiera hacer, sino también ante las que ocurrían cerca porque los paralizaba el terror. Podían sentir, pero la mayoría de las veces no hacían nada al respecto; podían solidarizarse, es verdad, pero también se olvidaban con facilidad.

Hasta donde yo podía entenderlo, eso no estaba bien.

Yo no quería vivir de esa manera”.

Almendra es una novela corta e inesperada, tan dura como las problemáticas que trata y tan bella como el esperanzador mensaje que rinde a la amistad. 256 páginas de una tierna historia que terminas sin darte cuenta, en donde crecemos, aprendemos y nos equivocamos junto con sus protagonistas.

Somos individuos, pero también somos parte de algo más grande. Nunca lo olviden.


Pdta. 1: Amé que los libros tengan un rol importante en el desarrollo de todo, además de las frases que gracias a esto nos regala la autora.

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