Reseña: Alabad a los dioses casa - Andrew J. Stone

2019 fue un año peculiar y subversivo. El pueblo pareció salir del letargo perpetuo y despertar para exigir sus derechos. Los mancillados se tomaron las calles por la educación de calidad, un servicio de salud digno y la igualdad. Las ciudades ardieron. El establecimiento se tambaleo ante el grito furibundo del inconformismo. Las arengas retumbaron por las calles y se hizo imposible no contagiarse de ese aire de cambio, de esa necesidad de un nuevo rumbo.

Mientras eso pasaba en nuestro mundo, en el de Kurt Nolan y Katie Mara los Dioses Casa tienen el control de todo. Sí, las casas en las que vivimos tienen vida propia y asumieron el gobierno de un universo en el que los humanos son sus esclavos y su única finalidad es traer niños al mundo cuyo sacrificio será un tributo al cuidado que los gigantes de concreto le proveen a los de carne y hueso. Sin embargo, todo cambia cuando uno de los hijos de Kurt y Katie es elegido la ofrenda diaria para mantener la paz y estos se percatan de que la realidad que creían adecuada no es más que una constante lucha por sobrevivir a un sistema totalitario y opresivo.

El escritor, padre de gemelos y esposo estadounidense Andrew J. Stone es el encargado de narrar esta historia en su libro Alabad a los dioses casa (traducido al español por Diego Cepeda), finalista del Premio Wonderland en 2018, en el cual se destaca a lo mejor de la ficción bizarra, entendido esto como lo satírico, absurdo o grotesco.

Quizás en un primer momento el planteamiento que hace el autor parezca extraño e inverosímil, pero la manera tan correcta en que lo construye todo y la atmósfera angustiante en que nos sumerge hacen que este libro vaya más allá.

El juego social que se describe es aterradoramente actual y nos enfrenta ante la vida que llevamos y a qué tan alienados estamos con la aparente comodidad que nos rodea, en la que el abuso, la desigualdad y la violencia están preocupantemente normalizados. Escena a escena la novela se va haciendo más humana y tangible para permitirnos encontrar un lugar en ella y sentirla de modo más directo, como si lo que les pasara a los personajes nos pasara a nosotros mismos.

Nos vemos frente a una sociedad en la que la procreación (tal como en El cuento de la criada) es el único fin y el sexo por puro placer es castigado. En relación con esto el autor encuentra un punto de identidad tremendo para su obra y el universo al que ha dado a luz y es la terminología que construye con base en la anatomía humana, con la cual más de una carcajada se me escapó mientras leía. Se encontrarán con calderas peludas, vigas, cadenas, tapetes… Qué vaina más entretenida.

Y en relación con lo anterior, llama muchísimo la atención que el centro de la opresión resulte ser el cuerpo humano en sí mismo, y que seamos nosotros quienes nos encarguemos de vigilar a nuestros pares para sostener la dinámica tiránica y hacerla ver como algo habitual y aceptable. PAVOR.

Como ya es costumbre en las publicaciones de Vestigio, editorial colombiana dedicada a la divulgación de obras de ciencia ficción y poesía que difícilmente tendrían cabida en otros catálogos, esta edición viene acompañada de algunas ilustraciones, esta vez de la mano de la bogotana Manuela Guzmán, mismas que revisten la obra de lugubridad. La imagen de cierre es bestialmente poderosa.

Alabad a los dioses casa es una distopía original y asfixiante, que logra reflejar lo ordinario en un prisma sumamente raro y horripilante. Una historia revolucionaria, adictiva, irónica y desesperanzadora que emula la existencia en un mundo en el que resistir resulta un verdadero desafío, e incluso un acto que puede costarnos la vida.

Un valiente llamado al activismo.

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