Reseña: Flores - Afonso Cruz
La inconformidad. El hastío. La soledad. Esto también hace parte del ser humano. Son estados inevitables hasta con aquello que mayor felicidad nos genera. Vemos como se derrumban los edificios de júbilo y queda en pie solo una valla silenciosa y estática que sume la vida en un bucle que lo agrieta todo, que lo rompe todo.
Esto es lo que le sucede al protagonista de Flores
del ilustrador y músico portugués Afonso Cruz, uno de los mejores escritores de
nuestro tiempo. La muerte del padre pone a este personaje frente a una realidad
que seguramente ya conocía, pero de la que hasta ese momento toma conciencia:
su matrimonio está muerto y la relación con su hija dista de ser ideal.
En paralelo conocemos a Ulme, su vecino ya en la última etapa de la vida, quien ha perdido la memoria a causa de un aneurisma, así que el protagonista toma como misión ayudarlo a recuperar sus recuerdos.
Hay algo común en los libros del autor y es la profundidad e
inteligencia con que nos lee a través de sus personajes, haciendo de sus textos
un espejo que ahonda en lo más profundo de nuestra esencia, con lo bello y lo
nefasto, sin reparo alguno. Flores sigue esta línea, pero la aterriza a lo
cotidiano, a un escenario más conocido por todos, uno que fácilmente ha tocado
a nuestra puerta.
Así es como se construye la que, a mi modo de ver, es la
novela más personal del autor, la que abraza al lector en sus crisis más
tangibles, en lo ordinario, en los monólogos de los que somos actor y público a la vez, en los dolores que subestimamos y dejamos
crecer por considerarlos menores, por creer que son algo normal.
Pero leer esta obra es remitirnos también al otro, visitarlo y revisar las huellas que la vida ha dejado en él, incluso las que nosotros mismos hemos puesto en su camino. Somos individuos que forman parte de una sociedad, somos tejido de algo más grande con lo que estamos conectados y hay un acto enorme de amor y de responsabilidad en ello. Y así, este espejo crece y se hace un caleidoscopio de emociones y sentimientos tan variadas como los tonos de las flores. Somos historias llenas de otras historias, así como lo es esta.
Y ahí volvemos al yo, a la niñez, a nuestra versión del
pasado y a las marcas que los otros han dejado en nosotros, a la construcción
conjunta que ha resultado en lo somos el día de hoy, y que no precisamente es un cuento de hadas, pero sí un manuscrito abierto a reescribirse, a reformarse y
encontrar un rumbo distinto, así como el ejercicio que hace el protagonista con
su vecino, que más que un favor es una forma de reconstruirse a sí mismo y
encontrarle sentido a lo parece ya no tenerlo.
Flores es una magnífica, esperanzadora y conmovedora novela sobre lo común y
lo extraordinario que resulta ser humano. Una navegación entre el lirismo y
la metáfora que nos llenará de fragmentos, recuerdos y música que ameniza la
fiesta indescriptible e inesperada que es la vida. Solo un ser especial puede
escribir con una sensibilidad como la que expone este libro. Ese es Afonso
Cruz.
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