Reseña: Aguas de estuario - Velia Vidal

Querida Velia:

Nunca te he visto en persona y hasta hace poco no sabía nada de ti, pero creo que puedo decir que te conozco. Leer Aguas de estuario fue como sentarme a charlar contigo en un lugar que nunca he visitado, que parece abandonado por el estado y la sociedad, pero que ahora sé que es un centro de resistencia, fiesta y vida. Conozco una Colombia, pero esa es apenas una fracción del exuberante y desigual país en el que vivo.

Me alegró enterarme de la existencia de Motete, un rincón de cultura, inclusión y esperanza como esos que tanta falta le hacen a este mundo, en los que podamos reunirnos alrededor de las historias, reflexionar sobre ellas y distraernos de una realidad que, casi siempre, nos sobrepasa.

Qué bonito quedó tu libro

Debo disculparme por hacer mías estas cartas que tenían otro destinatario. Asumí el papel de confidente y conocí una parte de tu vida, de tus sueños, de esas ganas que fueron más grandes que las inseguridades y que se traducen en inspiración para cualquiera que, como yo, se sumerja en el pacífico que representan tu libro y tu propia existencia, en esa alegría que desborda cualquier duda y te hace sentir que todo es posible. Además, agradezco tu sinceridad a la hora de confesar eso que te marcó y aún sigue ahí, y que quizá nunca se vaya, porque así es la vida y qué se le va a hacer.

¿Sabes? He dado saltos al vacío en busca de un algo que no tengo del todo claro, pero que sé que está allí, en algún rinconcito. Estoy lleno de miedo por fracasar, por no ser capaz de llegar a donde quiero, por perderme en el camino y no hallar el retorno. Espero encontrar la entereza y la capacidad que vi en ti de seguir adelante, de ir a por todo, de tener un sueño y estar a su altura.

Leerte me hizo recordar las charlas con mis mejores amigos, ese desparpajo propio que dan el afecto y la confianza y que no es nada fácil de encontrar, pero que contigo fue inmediato. Tienes una habilidad encantadora para conectar con el otro, para romper sus barreras y hacerlo que se abra ante ti, así como lo estoy haciendo en este momento. Esas conversaciones en que no hay nada vedado, porque no hay temor al juicio, sino la tranquilidad del desahogo.

Creo que la última carta que escribí fue a mi novio, y si voy más atrás en el tiempo a una chica que me gustaba en el colegio (bueno, muchas veces me escribí a mí mismo en estos años). Este terreno siempre ha sido un espacio de intimidad y de seguridad, para decir cosas que no somos capaces de articular de otra manera, un lugar para quebrarse y buscar aliento, o para expresar lo que nos emociona, lo que nos hacen grandes y mejores humanos, como el amor, por ejemplo. Y eso mismo fue lo que me dejó tu libro, un frenesí indescriptible que puso una sonrisa en mi vida y un par de lágrimas cargadas de emotividad, de orgullo y de admiración por una mujer que me escribió una carta sin conocerme y me entregó una parte de sí misma de la manera más honesta posible.

Esta carta tendrá un lugar especial en mi librero

No me queda más sino pedirte el favor de que no dejes de escribir, de crear, de ser. Espero algún día poder darte un abrazo en Bahía Solano, visitar la Flecho y encontrarme con esa cultura tan rica que luchas de manera incansable por preservar.

 

Atentamente,

Esteban

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