Reseña: La retornada - Donatella Di Pietrantonio
Un nombre.
Más allá de lo oscuro que pueda parecer todo lo que he escrito, esta historia tiene matices y momentos felices, bellos y memorables. En esto sus hermanos Adriana y Vincenzo tienen mucho que ver. Es en las relaciones y los encuentros en los que esta joven se rompe y también se hace más fuerte. Empieza a comprender la vida de otra manera, a redescubrirse y verse desde otros lugares.
Un lugar.
Un hogar.
Una historia.
Un origen.
Una vida.
Toda persona tiene raíces, recuerdos y cosas que la marcan,
que la definen. Los paseos a casa de la abuela en vacaciones, las horas jugando
escondidas con los vecinos, el miedo y la emoción del primer beso, las
carteleras para la clase de ciencias sociales, las carreras para llegar antes
del último campanazo al colegio. También las ausencias. También las pérdidas.
Eso hace parte de nosotros.
Ella (pónganle el nombre que quieran, porque
inteligentemente la escritora decidió no darle uno) cuenta su historia 20 años
después. Sus primeros recuerdos son en un pueblo al sur de Italia viviendo momentos
felices con sus padres y sus amigas. Pero en 1975, con apenas 13 años, es
llevada a otro pueblo, a otra casa, a otra vida. Solo la acompañan su maleta y los
recuerdos de aquello que creía suyo, las memorias de algo que ya no está. Esto
es lo que nos encontraremos en La retornada de Donatella Di Pietrantonio,
una de las autoras contemporáneas más importantes y premiadas en Italia.
¿Cómo empezar a hablar de esta novela? Aún no sé si voy a
hacerlo de la manera correcta, pero hay que comenzar por algo. Esta es la historia
de una vida fracturada, de la pieza del rompecabezas que se extravió en una
chaqueta que olvidamos y se ha perdido para siempre. La autora consigue una
narración intensa y brillante sin necesidad de adornos ni excesos. Una novela
corta, precisa y punzante.
Ella pasó de estar en casa, viendo el mar junto a la mujer
que pensaba era su madre, el ser que más amaba, a compartir un cuarto con tres
chicos más, sus hermanos recién aparecidos, en un ambiente hostil y lleno de
carencias. Las tardes tranquilas con sus amigas, hablando de los jóvenes que
les gustaban, ahora transcurrían lavando la loza, limpiando el piso, tratando
de conciliar el sueño a pesar del olor a orín impregnado en el colchón. El
transitar por la vida de esta chica es una permanente búsqueda de la identidad,
del ser, de eso a lo que creíamos pertenecer y que se deshace sin remordimientos.
Todo se intensifica al pensar que esta joven está en plena adolescencia,
tratando de entender las cosas que pasan en su cuerpo, los cambios que llegan
durante esta etapa, la forma en que empezamos a ver el mundo, y la necesidad de
encajar y ser parte de algo.
Algunas de las cubiertas internacionales del libro. |
Una de las mayores virtudes de esta novela es llevarnos a habitar
los espacios de dolor, anhelo y carencia de una niña que ha pasado de vivir a
sobrevivir. El relato es honesto a la hora de mostrarnos las marcadas diferencias
que se viven al nacer en un lugar u otro, bajo condiciones sociales y
económicas distintas y cómo esto marca en gran medida el presente y el futuro
de cada uno.
“Destino es una palabra de viejos, no puedes creer en él a
los catorce años. Y si crees, tienes que cambiarlo”. Desde el ahora, la protagonista
y narradora nos cuenta cómo fue empezar de cero, estableciendo nuevas
relaciones en entornos totalmente ajenos, preguntándose si todo podría volver a
ser como antes, tratando de llenar los vacíos y encontrar la normalidad. “Cuanta
dureza al volver a la realidad de la ausencia” dice en algún paraje del libro.
Más allá de lo oscuro que pueda parecer todo lo que he escrito, esta historia tiene matices y momentos felices, bellos y memorables. En esto sus hermanos Adriana y Vincenzo tienen mucho que ver. Es en las relaciones y los encuentros en los que esta joven se rompe y también se hace más fuerte. Empieza a comprender la vida de otra manera, a redescubrirse y verse desde otros lugares.
No puedo cerrar esta reseña sin hablar de uno de los mayores
aciertos de la escritora italiana en esta novela y es la relación que hay entre
la protagonista y lo que representa para ella la palabra madre. “Con el tiempo
perdí también aquella idea confusa de normalidad y hoy ignoro de verdad qué
lugar es una madre. Me falta como puede faltarme la salud, un cobijo, una
certeza. Es un vacío persistente, que conozco pero no supero. Me da vueltas la
cabeza si miro dentro. Un paisaje desolado que de noche me quita el sueño y fabrica
pesadillas en el poco que me deja. La única madre que nunca he perdido es la de
mis miedos”. Brutal.
La retornada. Sencillamente magnífica. Una dolorosa historia
de aprendizaje atravesada por la pérdida y la desoladora sensación de no
sentirte parte, de no reconocerte. Pero también es un extraordinario relato
sobre el poder de la complicidad, de la resistencia y del amor inesperado.
Abrumadora, intensa y conmovedora.
Pdta. 1: La traducción de Miguel García es impecable. Creo que logró conservar la esencia de la novela y hacer que transmitiera todo lo que la escritora imaginó.
Pdta. 2: Si te gusta Elena Ferrante, este libro es para ti.
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