Reseña: Mosquitoland - David Arnold
Hoy quiero hablarles de Mary Iris Malone, a quien llamaré
Mim de ahora en adelante. Pero primero voy a contarles algo.
“Mosquitoland” es un viaje en todo el sentido de la palabra. Los caminos a veces se truncan, en otras nos sorprenden, por momentos son imposibles de entender y hacen que nos perdamos, pero, a pesar de lo largo y tortuoso que un recorrido parezca, siempre habrá algo que lo haga inolvidable, y créanme, este libro puede llegar a serlo. Una obra sobre la vida, las decisiones, los riesgos, y sobre lo que es ser un ser humano.
PD. No hay mejor detalle con el lector que una edición físicamente bien cuidada, y no me cansaré de agradecer a Panamericana Editorial por su colección Narrativa Contemporánea.
Existen comportamientos, conductas, actitudes y formas de
pensamiento que no entendemos, y nuestra primera reacción ante esto suele ser
el rechazo: lo que se sale de nuestro control y comprensión es mejor dejarlo de
lado y olvidarlo. En muchos momentos de mi vida hice eso exactamente, dejar de
lado y no prestar atención, y de vez en cuando lo hago todavía, pero mi
pensamiento al respecto es muy diferente ahora, y todo gracias a algo que me
pasó hace unos años.
Conocí a una de mis grandes amigas hace varias vueltas al
sol. Ella, al igual que Mim, no está bien. Ambas conviven con fantasmas y
miedos que no las dejan tranquilas, que no les permiten hacer las cosas como
quisieran hacerlas, que les impiden llegar a ese estado de plenitud en donde
podemos sentirnos mayoritariamente tranquilos. Ellas, al igual que todos
quienes padecen de trastornos emocionales (la depresión y la ansiedad, los más
populares), perciben su entorno de manera diferente, y son altamente
susceptibles a cosas que quizá para los demás no tienen importancia ni
trascendencia.
Solemos pensar que alguien que dice “estoy mal”, “nadie me
entiende”, “me siento solo” o “necesito ayuda”, entre muchas otras
expresiones, simplemente quiere llamar la atención o está hablando solamente por
hablar. Desafortunadamente no siempre es así, y esas palabras tienen un peso
inmenso en quienes conviven con una enfermedad que apenas hace unos años ha
empezado a cobrar importancia, y que lamentablemente es más común de lo que
podríamos llegar a imaginar.
Ante esta realidad, como ante cualquier otra que implique el
entendimiento hacia el otro y hacia las diferencias que tenemos unos y otros en
nuestra forma de vivir, requerimos ser empáticos, comprensivos y brindar apoyo.
Todos podemos hacer que la vida de los
demás sea más sencilla, y hacerlo no es tan complicado como muchos piensan.
Gracias a esa amiga comprendí todo esto y, aunque fallo algunas veces, ahora
intento pensar antes de hablar, entender antes de juzgar, y ponerme en los
zapatos del otro y entenderlo.
Y bueno, ha llegado la hora de contarles un poco más acerca
de Mim. Ella tiene 16 años y acaba de mudarse con su padre y su madrastra desde
Ashland (Ohio) hasta Jackson (Misisipi). Hace un tiempo que no sabe nada sobre
su madre biológica, y parece que encontrarla es un imposible. Mim tiene una
vida caótica gracias al trastorno emocional que siempre la acompaña, situación
agravada por los recientes cambios que se han presentado en su existencia. Pero
el punto de inflexión llega el día en que, por descuido, escucha una
conversación en donde se entera de que su mamá ha sido internada en Cleveland,
a causa de una enfermedad. Mim no entiende por qué su padre no le contó eso.
Mim está muy confundida y enojada. Mim toma algunas prendas y un lápiz labial,
y va directo al terminal de autobuses, en donde toma uno con destino al lugar
en donde está recluida su verdadera madre.
“Mosquitoland” es
la obra más popular de David Arnold, autor bestseller
del The New York Times. Este libro le
ha merecido al escritor múltiples (muchísimos) reconocimientos y galardones a
nivel internacional, entre los que destaca su elección como uno de los mejores libros
juveniles del 2015 en la Booklist Editor’s
Choice. Y la historia que nos cuenta “Mosquitoland”
es la de Mim, y el viaje que ella emprende para encontrar a su mamá.
Este libro tiene dos ejes de narración: el primero es un
diario en donde Mim le cuenta a alguien llamada Isabel las razones por las que
no está bien, y con esto le narra lo que ha sido su vida; y el segundo es la
voz de la propia Mim, que nos hace partícipes de su presente y de la cuenta
atrás de los kilómetros que la separan de Cleveland. Esta variación en la manera en que se nos van presentando las cosas
hará que conozcamos poco a poco los detalles de lo que le pasa a nuestra
protagonista, que podamos conocerla mejor, y lograr generar un lazo con ella.
Pero tengo que advertirles que esta tarea no es nada sencilla,
pues Mim no es un personaje fácil en ningún
sentido, y tratar de entender sus acciones y decisiones puede llegar a ser todo
un reto. Mim es una joven sarcástica, temerosa, muy inteligente y totalmente
indescifrable. La voz protagonista en esta historia tiene apuntes irónicos y
divertidos a cada rato, plantea monólogos muy interesantes permanentemente y
está lejos de lo que podríamos considerar algo perfecto. Es una chica que luce
tremendamente aguda y perspicaz, pero que, como podremos descubrir al pasar de
las páginas, está lejos de tener una existencia ideal. Este aspecto me gustó
mucho, pero estoy seguro de que a muchos les puede molestar demasiado. Ya veremos
qué pasa.
Con sencillez,
habilidad, analogías y algunas metáforas, David Arnold construye una novela
narrativamente diferente, que puede llegar a recordar el estilo del aclamado (y
muy criticado) John Green, pero que, afortunadamente, es más fina y acertada.
Letra a letra en este escrito es un abrazo enternecedor a la vida de una chica confundida
y perdida. Leer a este autor es toda una experiencia, cuya calificación
dependerá del lector al que llegue.
Este road trip es
un road trip más personal que geográfico,
pues a cada kilómetro que pasa tendremos la oportunidad de encontrar una a una
las migas de pan que Mim va dejándonos, esas partes de ella misma que ha decidido
entregarnos. No esperen conocer al detalle los lugares por los que este viaje
se desarrolla, pues aquí todo es sobre Mim, y en esto, sobre lo que un ser humano
representa.
La carretera nos permitirá tratar a muchas personas, cada
una de las cuales aparecerá en la vida de Mim con un propósito, todos importantes,
aunque algunos no muy buenos. Este aspecto del libro fue sin duda alguna mi
favorito, puesto que el autor logra plasmar dilemas, sentimientos, sensaciones
y emociones humanas en todo su esplendor, además de dejarnos lecciones y temas
de reflexión a cada rato. Jamás debemos
olvidar que no estamos solos en el mundo, y que para ser no basta con nosotros
mismos, pues necesitamos de los otros, así creamos lo contrario. Recuerden: no
hay que subestimar el valor de los amigos.
Cada una de las personas que llegan a nuestra vida lo hacen
por algo, y ese algo implica que tomemos decisiones, unas más importantes que
otras, pero todas definitivas en algún sentido. Mim no es susceptible a esto, lo
cual la convierte en un personaje muy humano, con lo bueno y lo malo que esto
representa.
En este aspecto sería
una total ofensa no mencionar a Walt y a Beck, sobre quienes no haré muchos
comentarios para dejar que sean ustedes quienes descubran el par de maravillosos
personajes que nos regala esta historia.
Como ya les había mencionado, uno de los ejes centrales de
esta historia es la comprensión ante las circunstancias de los demás, pero no
todo se queda allí, pues el libro aborda temáticas como el abuso sexual, la
violencia en las calles, las discapacidades, las relaciones familiares, la
homosexualidad, la realidad de los adolescentes, entre muchas otras que van
dejándose ver poco a poco.
Pero no todo podía ser perfecto. Para empezar, encontré un
problema con la traducción realizada por la escritora Gloria Susana Esquivel, y
fue lo colombianizada que se percibe, cosa que, al menos a mí, me sacaron de
tono. El segundo punto fue la fuente
escogida para las entradas del diario que lleva Mim, pues cansa y ralentiza la
lectura; entiendo el objetivo de querer hacer ver esos apartes como si fueran
escritos a mano, pero la tipografía elegida fue un total desacierto. El
tercero y último fueron algunas fallas en el ritmo de la historia, debido a
cosas que ocurrían de la nada, y otras que carecían de explicación.
El bus se detiene y nos regala un final absolutamente emotivo,
algo inesperado, y que puede llegar a generar disparidad de opiniones (como el
libro en sí mismo), pero que difícilmente dejará a alguien indiferente.
“Mosquitoland” es un viaje en todo el sentido de la palabra. Los caminos a veces se truncan, en otras nos sorprenden, por momentos son imposibles de entender y hacen que nos perdamos, pero, a pesar de lo largo y tortuoso que un recorrido parezca, siempre habrá algo que lo haga inolvidable, y créanme, este libro puede llegar a serlo. Una obra sobre la vida, las decisiones, los riesgos, y sobre lo que es ser un ser humano.
PD. No hay mejor detalle con el lector que una edición físicamente bien cuidada, y no me cansaré de agradecer a Panamericana Editorial por su colección Narrativa Contemporánea.
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