Reseña: Las dos caras de Sofía - Cecilia Curbelo

Hace muchos, pero muchos años, cuando aún era un inocente y tierno personaje, sentía una envidia incontrolable por mi prima. Ella salía todos los fines de semana a centros comerciales, recibía regalos constantemente y compraba ropa nueva al menos tres veces al mes, entre muchas otras cosas a las que yo no tenía acceso. Mis papás nunca pudieron darme lujos ni todos los juguetes que siempre quise, y al ver como mi prima si los recibía, me sentía muy triste e impotente. 

Un día jugando con ella, decidí preguntar a mi mamá si podríamos invitarla a casa para poder seguir con nuestras aventuras, y ella sin dudarlo dijo que sí, así que la jornada de batallas intergalácticas se extendió en mi cuarto hasta la una de la mañana...

El sol se asomaba, los párpados empezaban a abrirse, y la nariz se enamoraba del aroma que percibía: huevos, chocolate, jugo de naranja y Froot Lops con banano esperaban por nosotros en la mesa del comedor. Mis padres, mis hermanos y yo, tal como hacíamos todos los fines de semana y cuando el tiempo lo permitía entre semana, tomamos asiento y nos alistamos para devorar todo lo que teníamos en frente, pero de un momento a otro algo extraño ocurrió. Mi prima con lágrimas en los ojos devolvió sus pasos para encerrarse en mi cuarto. Ante dicho panorama, mi mamá y yo decidimos ir para saber qué había pasado, si algo no le había gustado o si se sentía mal.

El matrimonio de mis tío duró tan solo un año. Mi prima se fue a vivir con mi tía, pero cada cierto tiempo una casa nueva la recibía, motivo por el cual fue perdiendo por completo tanto el sentido de estabilidad como el de familia, no refiriéndome con esto último a tener un padre y una madre, sino a lo que es realmente un hogar. Los fines de semana en centros comerciales, comprando ropa, recibiendo los juguetes de moda, y comiendo en McDonalds no eran más que un intento de compensación ante la ausencia continuada, ante la falta de atención y la rara manera de amor que mis tíos profesaban por su hija.

El motivo de las lágrimas que brotaban por los ojos de mi compañera de juegos y aventuras no era otro que el cuadro habitual que para ella era completamente desconocido, pues los comedores de las casas de mis tíos nunca albergaron una familia ni un espacio para la conversación, sino recriminaciones por no llegar a tiempo o por la hora en que debía terminar el rato de atención.

Quizá nunca recibí el Nintendo 64 que papá prometió darme si sacaba excelente en todas las materias, quizá los converse originales que siempre miraba del otro lado del mostrador no se acomodaron en mis pies, quizá la cajita feliz no fue cuestión de todas las semanas sino de uno que otro mes, pero de lo que si tengo absoluta certeza es que aun con todos los problemas que día a día se presentaron, siempre tuve el apoyo de ese par de seres humanos que el destino escogió para hacerme gran parte de lo que soy hoy, para ayudarme a levantar cuando pensé que no podía hacerlo, para enseñarme que, a pesar de mi inquebrantable sentido caprichoso, hay cosas más importantes que lo material. Como dice mi amigo el zorro: "Lo esencial es invisible a los ojos".


Después de la grata sorpresa que me llevé conociendo a Camila, llegaba la hora de pasar al otro lado de la calle y encontrarme nuevamente con uno de los personajes que hizo partícipe de la preciosa y ejemplificante historia de esta señorita. El libro del que vengo a hablarles el día de hoy es "Las dos caras de Sofía" de mi querida, apreciada y admirada Cecilia Curbelo.

En esta oportunidad nos encontramos con una joven de 14 años que vive en un mundo completamente diferente a Camila, la protagonista del primer libro de la serie "Decisiones". Sofía lleva dentro de sí misma un yo alterno que emergió de un momento en el tiempo que partió su vida en dos. Ahora la tierna Sofía lleva de la mano un alter ego llamado Soff, que de a poco la va destruyendo como persona.

Esta segunda entrega de la serie es un evidente salto de calidad para Cecilia Curbelo en su camino por la literatura infantil-juvenil. El planteamiento de la historia y el modo en que se va desarrollando se siente mucho más vívido, creíble, y a toda vista mejor elaborado. La lectura es amena a más no poder y el paso de las hojas ni se siente.

Uno de los mayores aciertos de la autora tanto en este libro como en "La decisión de Camila" es la inclusión de elementos contemporáneos dentro de su narrativa, con lo que logra crear un lazo de familiaridad muy fuerte entre el lector y la historia. El lenguaje utilizado por los personajes, la ropa que llevaban encima, la música que cargaban en su reproductor, los espacios que recorrían y todos los demás elementos de ambientación presentes están muy bien puestos en su sitio, y aportan sobremanera en la creación de una atmósfera propia para el libro. Incluso yo que soy viejito logré meterme de lleno en la historia y sentirme toda una diva frustrada siguiendo los pasos de la abeja reina Soff.

Nuevamente nos encontramos con una trama cargada de lecciones, enseñanzas, hechos que ponen tu mente a trabajar, circunstancias que te hacen reflexionar y personajes con los que te identificas y de los que logras aprender muchísimo. Me permito mencionar de pasada a Luka, Lele, Roque, Carmela, Esperanza, John, la encantadora Peggy, Freddy, Mirella, Arón, Héctor, Ethel, Seba y Enrique, pero quien se lleva todos los aplausos y sobre quien debo profundizar un poco es sobre Sofía (y por supuesto, sobre Soff). Cecilia Curbelo crea un personaje fantástico, bien estructurado, cargado de elementos, con transiciones casi perfectas, con una voz trascendente y ejemplar; es una chica a la que comprendes, quieres abrazar y acompañar, y a quien en cuestión de segundos, detestas con toda tu alma; una personita en quien confluyen temas tan álgidos como la segregación social, la necesidad de encajar y la supremacía de las apariencias, entre muchos otros; este es un personaje que muta y se transforma constantemente de manera soberbia. Por momentos me recordó a lo vivido en "La extraña en mí" de Antonio Ortiz. En serio, qué pasada de personaje se ha creado la autora.

Pero sin duda alguna el elemento que más destaco dentro de todo el libro, es la manera en que Cecilia Curbelo se pone en los zapatos de una niña en su paso a la adolescencia, y nos hace sentir que es ella quien nos está hablando, y no alguien quien le sirve de interlocutor. La autora tiene una capacidad envidiable para crear cosas que se sienten pequeñas, pero que abordan un espectro de factores y problemáticas de gran resonancia y relevancia en nuestra sociedad actual.

El libro se iba haciendo más grande de una lado que de otro, y en un santiamén me encontré con un final a base de decisiones como la vida misma: somos nosotros quienes según nuestra percepción de la historia podemos elegir el final que queremos darle, lo cual, es algo más que acertado de frente al público objetivo de la obra. Cuando ves es el punto final te sientes grande, comprendes muchas cosas, y tienes una afanosa ansiedad de hacer algo, de aportar un granito de arena para edificar un mundo mejor.

Los colegios, y muchas veces nosotros mismos, buscamos acercar a los más pequeños a la literatura con clásicos complejos y con lecturas pesadas. A los jóvenes hay que mostrarles la literatura de un modo más cercano y cómodo, procurando historias que les enseñen y les alimenten, pero que al mismo tiempo les diviertan y los hagan sentir cómodos. Cecilia Curbelo pone su mano en la mesa y con una sencillez dechada nos muestra que no es necesaria una prosa compleja y un vocabulario rebuscado para construir un libro valioso y valeroso, y más que nada, importante de cara a la construcción de nuestra sociedad. Una lectura recomendada para todas las edades, y un compañero que seguramente se disfrutará y aprovechará mejor en familia.


SOS GRANDE CECI

Comentarios

  1. Piel de gallina con el caso de tu prima... Esta reseña es simplemente mágica.

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  2. Características de la mamá de Sofía

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