Colombia, paraíso complejo
Colombia ha venido desarrollando una política librecambista de cierto periodo presidencial al actual, en el cual el marcado interés por la apertura económica del país ha sido notorio; definiendo como final del derrotero, una economía no solo en constante crecimiento, sino en constante Desarrollo. El absurdo número de convenios multilaterales de carácter comercial firmados desde la administración nacional pasada a la presente, ha sobrevenido en una serie de problemáticas y conflictos internos, edificados en mayor proporción por el grueso agrícola que plantea la evidente afectación de estos acuerdos a su sector.
Si bien, la apertura económica es incipiente al fenómeno de la globalización, en el cual gran parte del mundo se encuentra inmerso; para aprovecharla, Colombia debió prepararse desde hace mucho para lo que nuestros gobernantes nos han encaminado. Un factor importante e innegable se constituye en la ausencia de una malla vial a gran escala y al inexistente labor por modernizar los puertos con los que se cuenta actualmente.
El sistema tributario, dolor de cabeza para muchos; oportunidad para otros, centro de batallas ganadas y una guerra por perder. Pero ¿acaso el tema no era el desarrollo económico del país? Por supuesto, el sistema tributario nacional, el desorden impositivo al cual año tras año nos vemos sometidos y el oleaje normativo que debemos navegar en esta materia; son un gran punto a tener en cuenta hablando de despertar confianza inversionista extranjera.
¿5 decretos explicativos a una misma norma?, ¿Dadivas (Gracias Noemi Sanín por enseñarme el valor de esta palabra) tributarias? ¿Favores políticos? ¿Disfrazar baja en tarifas para mitigar el impacto de disminución en bases gravables?... La complejidad, la complejidad en este punto es un detonante importante en el tema, y en el desarrollo interno del país. Es innegable que nuestro, sí, nuestro estatuto tributario está en cuidados intensivos hace largo rato, me atrevería a decir que desde su concepción; una cantidad irrisoria de artículos, un desorden en la estructura que imposibilita un análisis correcto del mismo y las diferencias interpretativas a la misma se potencia día a día como un conflicto que parece no tener solución.
Un inversionista y su equipo de negociación entre los múltiples toques de atención para ingresar a un nuevo mercado, tienen en cuenta el sistema tributario del país, la oportunidades y huecos del mismo; y sí, Colombia se configuro en un destino puro para ciertos sectores como el hotelero (30 años de exención en materia de impuesto a la renta, ¿Ridículo no?), pero se pierden conectores comerciales por el imperante desorden.
Y esto más que una crisis sostenida, es una crisis generada, no infundada, sino políticamente planeada; fruto de favores y afanes. Para complementar, la sociedad nacional se ha configurado en un nido evasor sin cuartel, en donde la cultura tributaria se ha perdido entre el afán de ahorro y el complicado mundo corrupto en el que la política nos ha sumergido.
¿Soluciones? Se avecina una reforma tributaria en donde se plantea la simplificación de la normatividad tributaria, se requieren equipos de planeación estratégica en materia multilateral urgente (verdaderos, porque los existentes no se sienten), desarrollar una cultura fuerte en la tributación... Mucho por ganar, y una guerra por perder.
Me declaro anonadado por vos otra vez, que maravilla de letras las compuestas. Ahora no solo eres lírico sino un columnista y hasta podés ser cronista! (te equivocaste de carrera)
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